Ayer fue el día Mundial del Ambiente. Muchas organizaciones e instituciones en Venezuela se esforzaron por mostrar la importancia del ambiente desde muchos puntos de vista.
¿Pero qué había para celebrar? y ¿Qué nos queda como tarea después del 5 de junio?
Hace unos pocos días, la Red de Organizaciones Ambientalistas de Venezuela (Red ARA) presentó un estudio sobre los principales problemas ambientales del país. El documento llamado: “Aportes para un diagnóstico de la problemática ambiental de Venezuela: La visión de la Red ARA” muestra las principales situaciones existentes en siete áreas temáticas: Disminución de la biodiversidad, contaminación, gestión de los residuos sólidos, impactos de la explotación petrolera, gestión de recursos hídricos, gestión de las áreas naturales protegidas y cambio climático global.
Los resultados obtenidos en el trabajo, muestran la existencia de importantes y muy graves problemas ambientales, muchos de ellos de larga data. Estos, al no haber sido atendidos de manera eficaz, se han convertido en amenazas al desarrollo humano, al incidir a corto y largo plazo sobre la salud, seguridad y potencial de desarrollo de la población.
En tal sentido, resulta particularmente alarmante constatar la existencia de problemas ambientales que están generando graves impactos sobre la salud humana. Algunos, aún cuando son conocidos desde hace tiempo por la comunidad académica y los gobiernos, parecen haber quedado ocultos bajo la desidia, la negligencia y la apatía de los gobiernos y la sociedad en general.
En esta categoría, se presentan situaciones tales como la intoxicación mercurial de las comunidades mineras en el estado Bolívar, importantes incrementos en daños a fetos producto de la contaminación por metales pesados en la costa oriental del Lago de Maracaibo, la contaminación de personas, alimentos y aguas por pesticidas (muchos de ellos prohibidos), la contaminación de las aguas suministradas por acueductos, entre otros casos.
Todos ellos, no son temas abstractos, detrás de cada uno de los mismos se encuentran personas y comunidades enteras sufriendo terribles dramas humanos.
Así mismo, el documento muestra como la falta de acción, la indiferencia y la ignorancia están poniendo en peligro nuestras posibilidades de desarrollo sustentable y humano. En este caso, el texto presenta datos inquietantes tales como: la enorme tasa de deforestación del país, el daño a las cuencas productoras de agua, la destrucción de hábitats, la intervención ilegal de áreas naturales protegidas, el manejo irresponsable y anárquico de los desechos y la sobre-explotación de los recursos naturales. Todos los cuales están teniendo un efecto negativo directo sobre diversos grupos humanos en el país, al aumentar su vulnerabilidad ante eventos adversos, disminuyendo la producción de agua y alimento, deteriorando las condiciones humanas en los núcleos urbanos, así como destruyendo culturas y formas de vida tradicionales.
Igualmente, el país, y sus instituciones de gobierno, parecen querer ignorar los peligros del Cambio Climático Global y de la necesidad de actuar de manera urgente, razonada y sostenida para ayudar a mitigar el calentamiento global y actuar frente a los problemas que esté fenómeno está generando.
Está claro que hay soluciones posibles a todos estos problemas, algunas de ellas aparecen como recomendaciones en el trabajo. Pero más allá de las diferentes estrategias y acciones posibles, queda la necesidad imperiosa de enviar un mensaje apremiante a todos los venezolanos sobre la urgencia de incorporar el tema ambiental en todos los aspectos de la vida nacional. Esta vieja recomendación, es hoy más importante que nunca, cuando algunas de las pesadillas de los ambientalistas comienzan a hacerse realidad.
Esto es una recomendación que debe ser enviada a nuestras autoridades gubernamentales: Es conocido que la importancia que los gobiernos les dan a temas específicos, se expresa en la inversión que hace en el tema. En un país que el Ministerio del Ambiente tiene asignado el 1% del presupuesto nacional, la importancia no es cero, pero se le parece. La agenda gubernamental, en particular en los temas sociales, de ninguna manera puede desligarse de los temas ambientales. Está claro que el desarrollo social sin protección ambiental es un fracaso, ya que lleva a cada vez mayor empobrecimiento y deterioro del “buen vivir” de la población.
Igualmente, es necesario que nuestro gobierno entienda que el tema ambiental es extremadamente complejo y debe formar parte de una estrategia común nacional que nos reúna y nos movilice a todos como Nación. Para ello, hacen falta todas las miradas y todos los brazos posibles. Hoy nos están haciendo falta la acción entusiasta del militante, la vigilancia atenta del comunero, la sabiduría ancestral del campesino, el indígena y el pescador; pero también es urgente, incorporar el conocimiento técnico profesional, la mirada a largo plazo del planificador y en particular, la acción comprometida de los miembros de la sociedad civil organizada. Por lo contrario, con acciones excluyentes y discursos sectarios no lograremos avanzar.
Así mismo, debe ir a los empresarios. Es insensato, y a veces criminal, pensar que destruyendo la base ambiental de un país se puede generar verdadera prosperidad. Es absurdo pensar que las empresas viven en ambientes aislados sin conexión con los problemas de las comunidades que las rodean.
Pero también, es necesario que el mensaje vaya a las instituciones educativas. Hay que transformar profundamente la educación en el país. La situación ambiental exige de cada ciudadano un alto nivel de conciencia sobre el valor de la vida y una acción responsable y sostenida a favor de la misma. Estos valores no surgirán a partir de actividades educativas desarticuladas, inocuas y a veces espurias. Para ello necesitamos revisar y cambiar todas las estructuras que impiden una educación democrática, inclusiva, pero a la vez de alta calidad y efectividad.
Finalmente tiene que llegar este mensaje a cada persona, cada comunidad y cada gremio. El daño ambiental ya no es un problema lejano, abstracto y desconectado de la vida cotidiana. Son situaciones que nos afectan a cada uno de nosotros en lo que nos importa: la vida, la salud y el futuro de nuestras familias, nuestras comunidades y nosotros mismos. Tendremos muy poco que dejar a nuestros hijos si no cambiamos las conductas que generan el daño ambiental, a la vez que exigimos se haga realidad nuestro derecho a un ambiente, sano, seguro y ecológicamente equilibrado, como dice nuestra Constitución.
Por todo esto, al día siguiente del día mundial del ambiente: Muy poco que celebrar, mucho trabajo por hacer.
P.S. Sí desea tener acceso al documento de la red ARA pinche aquí.
Sin duda es muy triste la reflexión, pero muy franca. La realidad ambiental venezolana, que cuenta con un rico marco legal, cada dia se ve mas deteriorada en nombre del "desarrollo". Tenemos que hablar fuerte y sin rodeos, las ideas insostenibles no pueden continuar siendo avaladas, como por ejemplo: Proyecto cocuy, legalizando una explotación de un recurso biológico natural, que no tiene posibilidades de recuperación en las condiciones de desarrollo local actuales. O por otra parte promover los productores de carbón, que explotan especies de alta fragilidad de nuestro semiárido, ninguno de ellos jamas ha sembrado un bosque. Y así son muchas las acciones, que podemos sacar a la discusión pública y ver la incoherencia con la sosteniblidad que se pregona.
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