28 nov 2010

Educadores Ambientales de Venezuela 21 – Adriana Boccalon



Muchos de los profesionales que trabajan en el tema ambiental viven intensamente la pasión por la búsqueda de la verdad y la justicia. Y la verdad en temas ambientales es frecuentemente compleja, afecta intereses y muestra los desatinos de los poderes políticos y económicos: Recordemos la famosa frase de Lord Northcliffe: “Noticia es lo que alguien hace en alguna parte, que no quiere que sea publicado. Todo lo demás es publicidad".

En este contexto, vamos a recorrer las ideas y vivencias de una periodista que ha vivido intensamente su profesión y que de esas vivencias nos puede mostrar el difícil camino de informar a la población como se lesionan sus derechos ambientales y como luchar para hacer valer estos derechos. Para mi, esta entrevista es una forma de homenaje a todos los comunicadores que trabajan intensamente, a través de su trabajo de información, en hacer de este país un sitio más democrático, justo y donde se respeten los derechos de todos los venezolanos.

En un giro interesante de estas entrevistas, Adriana se presenta a sí misma, por lo que los dejo directamente con sus palabras:

La lectura siempre fue mi pasión, así como la lucha por el bienestar de la sociedad basado en el desarrollo de sus ciudadanos, la educación y, por supuesto, la justicia, quizás por eso no fue difícil para mí tomar la decisión de estudiar Comunicación Social, sabiendo desde que comencé mi formación académica que jamás me dedicaría a hacer diarismo, sino mas bien a estudiar los procesos para interpretarlos desde sus diferentes aristas y entonces, desde mi tribuna como Periodista, desempeñarme de acuerdo a mi propuesta.

Tuve excelentes profesores, quizás los mejores que han pasado por la Escuela de Comunicación Social de la UCV, quienes contribuyeron con creces a abonar mis ideales que logré materializar con éxito durante mis años de ejercicio profesional, especialmente en el diario El Correo del Caroní, en Ciudad Guayana, donde gracias a la confianza de su Director, el Dr. David Natera Febres, consolidé un espacio valiosísimo donde el medio ambiente fue siempre el principal protagonista. En paralelo, mis años de desempeño en Fundacite-Guayana me permitieron estrechar vínculos con investigadores y científicos especializados en diferentes disciplinas, participar con ellos en múltiples actividades como jornadas, congresos, simposios y charlas, incluyendo, por supuesto, salidas de campo, lo que me permitió ganar su confianza y respeto, así como la credibilidad de mis seguidores.

Durante años trabajé el tema ambiental desde dos ópticas: La primera, la información para la educación; la segunda, la denuncia, y fue precisamente esta ultima la que prácticamente me forzó, bajo amenazas,  a alejarme de los medios de comunicación social a finales de 2006, acabando de recibir el Premio de Periodismo en Biodiversidad que otorga Conservation International. Desde entonces sigo activa, pero desempeñándome freelance para revistas, trabajando en mi taller de diseño y confección de bolsos, y sintiéndome siempre Periodista Ambiental.

 ¿Puedes decir por qué eres una comunicadora ambiental?
Primero me gustaría puntualizar que entiendo el “ambiente” desde su óptica más amplia, es decir, mucho más que flora y fauna, pues integra al hombre y todo lo que este hace para modificar para bien o para mal, su entorno natural. Y ha sido desde esa visión que he trabajado la mayoría de mis reportajes periodísticos relacionados al tema ambiental, siempre asesorada por especialistas en cada disciplina.

¿Cómo llegaste a convertirte en comunicadora ambiental?
Como comenté al inicio, siempre supe que el diarismo no sería mi fuerte, y no porque desestime esta actividad, sino porque me interesaba mucho más hacer trabajos de investigación que explicaran el por qué y el para qué de los acontecimientos, de los sucesos, de las tendencias, y de este modo poder transmitir un mensaje más completo, integral, con posibilidades de razonamiento y reflexión. Entonces, estando en la Universidad, cayó en mis manos un libro sobre Periodismo Científico de Manuel Calvo y decidí que indudablemente esa sería mi especialidad, aunque académicamente no existía nada parecido en el país. Mucho menos el periodismo ambiental, por supuesto, quizás porque el “ambiente” no estaba de moda.

Al cabo de varios años, después de graduarme, me fui a vivir a Ciudad Guayana y allí fue justamente donde tuve la oportunidad de involucrarme con la gente de los centros de investigación de las universidades y las empresas, conocer los proyectos, estudiarlos, entenderlos y servir de puente entre el científico y su lenguaje, y el público en general. Recorrí un largo trayecto antes de sentirme una periodista ambiental, pues hay que derrumbar algunos muros rígidos que levanta, generalmente, el mismo investigador, quien celoso de su trabajo de años, teme, con sobrada razón, que este termine siendo malinterpretado por algún profesional de la comunicación social que por falta de formación en tan delicada lid o acostumbrado a hacer sólo diarismo, escriba o hable con ligereza de temas que podrían tener una génesis muy remota, un sinfín de interpretaciones, términos que son necesarios aprehender o resultados que a su vez generan información para nuevas investigaciones, y a la hora de divulgar estos tópicos al ciudadano común, es importante que el periodista haya establecido un vínculo estrecho con su principal fuente de información: el científico o el investigador. Y así fue justamente como me formé como Periodista Ambiental.

¿Cuál es el proyecto más significativo en materia de comunicación ambiental en el cual has participado o participas?
 Honestamente debo confesar que no tengo UN proyecto que considere el más significativo en lo que a comunicación ambiental se refiere, pues desde el más sencillo hasta el más engorroso cumplió su objetivo; sin embargo, la serie de seis reportajes de investigación que titulé “Aguas” fue quizás uno de los trabajos que más revuelo causó en Guayana, pues quedaron al descubierto muchos entuertos que tenían como escenario el Lago de Macagua, donde van a parar todo tipo de desechos, desde los biológicos hasta los tóxicos y químicos, sin haber sido tratados adecuadamente antes de llegar al cuerpo de agua, donde a escasos metros están ubicadas las tomas de la Planta de Tratamiento de Agua Potable, que dicho sea de paso tiene una infraestructura obsoleta y un mantenimiento muy básico, tal como quedó demostrado por los resultados de laboratorio de las muestras de agua, indicando que la salud de los sectores que reciben esa agua está en permanente riesgo, amén del otro porcentaje de la ciudad que solamente recibe agua industrial. Esta serie de reportajes generó reuniones de emergencia, visita de la entonces Ministra de Ambiente, declaraciones de altos funcionarios de la CVG, ofertas, promesas, pero la ciudad sigue creciendo y la situación empeora con el transcurrir del tiempo.

El caso de las lagunas de Lodos Rojos de CVG Bauxilum también fue a parar a mis páginas de ambiente, cuando comprobamos que las mismas tienen filtraciones que terminan drenando su compuesto de agua, hierro, alúmina, sílice, galio y soda cáustica, una combinación altamente tóxica, junto a los lixiviados del relleno sanitario de Cambalache, hacia la laguna natural de Cardonal donde la gente pesca para alimentarse, o hacia el mismísimo río Orinoco. Han transcurrido varios años desde aquella denuncia refrendada entonces por representantes y técnicos del Ministerio de Ambiente en la región, la vice-presidencia de Ambiente Ciencia y Tecnología de la CVG, la Defensoría del Pueblo y la Guardería Ambiental de la GN; sin embargo, la situación se torna cada día más delicada y la indiferencia gubernamental asusta.

¿Cómo ves el estado actual de la comunicación ambiental en Venezuela?
Evidentemente, de unos años a esta fecha los medios de comunicación han entendido que el tema ambiental merece un espacio privilegiado, aunque siguen siendo muy pocos los periodistas con dedicación exclusiva a la temática ambiental; sin embargo, este esfuerzo no es suficiente si en paralelo el estado venezolano no implementa responsablemente un programa sostenido, no una mera campaña, dirigido a la educación ambiental en escuelas, colegios, liceos y universidades, tal como lo señala la Constitución Nacional. Y para que este programa resulte efectivo con el transcurrir de los años, debe contar, además, con el apoyo de los medios de comunicación y las ONG, así como la asesoría de científicos, especialistas e investigadores, de modo que se establezca una sinergia a favor de una cultura ambiental que lamentablemente no tenemos en el país. Observo apreciadas iniciativas en algunos medios de comunicación social, ONG que hacen un trabajo excelente y el esfuerzo de profesionales conocedores del tema que transmiten mensajes en positivo, pero del mismo modo percibo un preocupante vacío oficial así como la participación en público de personas como locutores de radio y entrevistados, por ejemplo, que opinan a la ligera sobre temas ambientales, probablemente con la mejor intención, pero sin bases sólidas para hacerlo.

¿Qué sería lo más importante que habría que hacer para mejorar la comunicación ambiental en el país?
Concretamente, creo que la simbiosis debe establecerse entre científicos/investigadores, comunicadores sociales y Estado, pero en vista que este último parece ser el más difícil de integrar, quizás por ser sus empresas las que más atentan contra la sanidad del entorno natural, entonces deberíamos comenzar por estrechar vínculos entre los otros dos componentes. Para ello, los primeros deben perder el miedo de conversar con los periodistas y dedicarles un poco de su tiempo a “educarlos” en materia ambiental para contribuir a derrumbar el muro, mientras que la nueva generación de comunicadores sociales debe interesarse en el tema y comprender que el periodismo dejó de ser, hace años, la noticia que responde al qué, quién, dónde, cuándo y cómo, para aclarar el por qué y el para qué, y para eso es necesario el estudio, la reflexión y la especialización.

Un comentario final
Durante mis 6 meses de “exilio” en Montreal, Canadá, de marzo a septiembre de 2007, a diario compraba el diario Gazette de la prensa local. Una sola vez llegué a leer un suceso en aquellas páginas, recuerdo que se trataba de un asesinato pasional en Alberta, mientras que el tema ambiental con frecuencia abría la edición. Entre lo que más me llamó la atención, recuerdo el caso de un crucero de verano por el río Saint Laurent al que una periodista descubrió que no tenía planta de tratamiento y dejaba colar los excrementos humanos al cuerpo de agua. El gobierno sancionó a la empresa con suspensión de licencia y una multa millonaria. Otro caso interesante fue el Presidente de la Comisión de Ambiente del Senado, al que otro periodista lo hizo seguimiento para descubrir que el susodicho sacaba la basura de su casa colocando en la misma bolsa todo tipo de desecho, cuando por regla cada tipo de residuo debe ir en su respectiva bolsa y depositado, en consecuencia, en el pipote que le corresponde. El hombre no hacía lo que predicaba, como tantos otros. Fue sancionado y removido de su cargo.

10 nov 2010

Educadores Ambientales de Venezuela 20 – Adolfo Cardozo

 
 
En Venezuela, el desarrollo de modelos y experiencias exitosas en el tema de la educación ambiental en el medio rural, es como dicen: “una asignatura pendiente”, “un área virgen”, “una prioridad olvidada”. Prácticamente hay que buscar con lupa para conseguir experiencias profesionales, de largo plazo y bien sustentadas dentro de este tema. En este caso esta búsqueda, no sólo permitió conseguir una experiencia interesante, sino un verdadero tesoro de trabajo, creatividad y honestidad profesional a través de la vivencia y acción de Adolfo Cardozo.

Comencé a oír hablar de este educador e investigador ya hace unos cuantos años asociado a la CENDIGRANJA, una experiencia de granjas integrales demostrativas donde se trabajaba-investigaba-educaba con procesos agrícolas sostenibles dirigidos principalmente al pequeño campesino. Este programa asociado a la Universidad de los Llanos “Ezequiel Zamora” en Guanare era (y es) una referencia nacional de desarrollo de prácticas agroecológicas dirigidas al mejoramiento de la vida de los pequeños productores rurales a través del desarrollo de prácticas agrícolas sostenibles y la valoración de la cultura y conocimiento campesino. Su creador Adolfo Cardozo, un Ingeniero de Producción Animal profesor de esa Universidad, se sale de todos los esquemas y preconcepciones del docente universitario asociado a las prácticas tradicionales de extensión agrícola y su acción genera un impacto mucho más allá de las fronteras institucionales y geográficas.

La entrevista que hoy les traigo, es una verdadera piedra preciosa que, como ellas, está llena de facetas, brillo y valor. No exagero lo más mínimo si digo que debería ser leída y discutida en los distintos programas de formación de educadores ambientales y en especial en las instituciones que hacen gestión de la educación ambiental en el país.

Por favor disfrútenla y divúlguenla.

¿Puedes decir por qué eres un educador ambiental?
Al principio, yo creía que para ser educador ambiental era necesario tener un título que lo acreditara a uno como educador y luego una especialización en el área obtenida por experiencia laboral o por formación académica. La verdad es, que si realmente soy un educador ambiental, se debe al tipo de trabajo que desarrollo desde hace unas dos décadas, al menos así me lo han hecho saber algunos especialistas en el área, seguramente, por el aprecio que me tienen. Si tuviera que presentar el por qué soy educador ambiental, los argumentos podrían ser:

1) Creo firmemente en el inigualable poder que tiene la educación para incidir positivamente sobre las causas por las cuales el ser humano, en la mayoría de los casos, (de manera individual o colectiva, como sociedad), no convive de manera armoniosa y respetuosa con su entorno natural. 

2) A lo largo de mi vida familiar, en sociedad y como docente universitario, he comprobado una y otra vez que a las personas, cuando se les motiva de manera adecuada para que reconozcan la existencia de determinado problema ambiental que afecta su calidad de vida y se desarrollan con ellas unas metodologías pedagógicas básicas de diagnóstico-acción local, el resultado, en materia de identificación y abordaje de soluciones alternativas es notorio y satisfactorio. 

3) Si como investigadores y facilitadores de este proceso humano, tenemos la suficiente constancia, más temprano que tarde, comienzan a evidenciarse los cambios de aptitud y actitud en las personas, el “santo grial” de la educación ambiental.

¿Cómo llegaste a convertirte en educador ambiental?
La Etapa Temprana: Aprovecharé esta entrevista para narrar una versión personal sobre como llegué al fascinante oficio de la educación ambiental, o más bien, ¿cómo se fundaron esas bases tempranas en mi persona? Mi niñez y adolescencia transcurrió en una parcela agropecuaria, ubicada en Samán de Güere, estado Aragua. Desde niño me identifiqué con el espíritu por explorar, conocer y entender la naturaleza que tenía mi padre César Bernardo (†). De mi madre Ana Minerva, maestra rural, recibí el gusto por la pedagogía sencilla y vivencial, que nos conduce a disfrutar la satisfacción que se siente cuando tu aporte como educador, se siembra para siempre en las mentes y corazones de los niñ@s. No obstante, fue de mi hermano mayor Luis Beltrán (†) de quien tengo el recuerdo más lejano que pudiera terminar de explicar mis orígenes como educador ambiental. Una de las pasiones de mi hermano Luis, era reunir a todos los hermanos menores en unas dinámicas lúdicas de recolección de basura, siembra de árboles y atención de plantas, tanto en la parcela como en la comunidad. ¿Su estrategia motivacional?, juegos, paseos y algunas golosinas. Nos agradaban tanto estas jornadas, que hasta se las pedíamos cuando pasaban varios fines de semana sin practicarla. También él acompañaba estos animados trabajos voluntarios con conversaciones, fotografías y lecturas de algún material que tuviera a su alcance.

La Etapa AgroAmbiental: Ya graduado en la UNELLEZ-Guanare, como Ing. De Producción Animal, al poco tiempo ingresé a esta universidad como profesor. Desde el inicio de este período, mi mayor preocupación fue desarrollar una línea de investigación, docencia y extensión orientada hacia el desarrollo de sistemas sostenibles de producción agropecuaria. Cuando comencé a salir al campo, visitar las fincas de los productores y recorrer las comunidades rurales, no tardé mucho en darme cuenta de una dramática realidad. La insostenibilidad de la mayoría de los sistemas de producción agropecuaria, cuyo rostro social es la pobreza rural, estaba estrechamente ligada al alto costo ambiental de la actividad agroproductiva y a un modelo educativo poco efectivo en este campo. ¿Qué podíamos hacer para contribuir a la solución de estos problemas?. Como primer paso, optamos por organizarnos como grupo de trabajo en la Asociación Civil CENDI (Centro de Investigación y Divulgación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria). Desde esa plataforma de acción local, canalizamos esfuerzos de investigación y extensión para poner en práctica los principios de la agroecología. Progresivamente, fundamos también CENDIGRANJA, una red de fincas campesinas que sirvieran como centros socioproductivos e intercambio de saberes para desarrollar Granjas Integrales que les sirviera a sus familias propietarias y a la vecindad, a modo de “Escuela AgroAmbiental de Campesino a Campesino”.

No obstante, limitados por los paradigmas mismos de las profesiones agropecuarias del equipo CENDI y CENDIGRANJA, siempre me preguntaba: ¿y los niñ@s ?, ¿Qué ajustes metodológicos debíamos realizar para trabajar con ellos?, concibiéndolos a ellos como protagonistas. En esa búsqueda y casi sin darme cuenta, surgió el proyecto “La Doctora Gallina en Las Escuelas de Portuguesa”.

¿Cuál es el proyecto más significativo en materia de educación ambiental en el cual has participado o participas?
Indudablemente que para mí ha sido el proyecto “La Doctora Gallina en las Escuelas de Portuguesa”. Se trata de una propuesta de educación ambiental basada en la música popular venezolana y la literatura infantil, como concluimos en uno de sus talleres: “buena para el niño, ideal para el maestr@, necesaria en la escuela y útil a la conservación del ambiente”.

La Necesidad de Innovación Metodológica: Volviendo a los orígenes, desde muy joven yo he tocado el cuatro, instrumento con el que me uní gracias a mi hermana, Rosa María. Cuando apenas tenía 6 años, ella nos regaló un pequeño cuatro a la hermana Carmelina y a mí. Más tarde, al inicio del año 2000, me encontraba trabajando en talleres de investigación y capacitación participativa con comunidades campesinas del estado Portuguesa. Allí pude observar que los maestros de las escuelas rurales cerraban sus salones y se dirigían por su propia cuenta con sus pequeñ@s alumnos a participar de los talleres comunitarios, que en ese entonces llamábamos “Convites de Conocer y Solucionar Haciendo”. Obviamente, no estábamos preparados para trabajar con niñ@s y adultos a la vez, por lo que tuvimos que improvisar.

Ese proceso de improvisación fue conformando un creciente repertorio metodológico que incluía: Contar historias, jugar, cantar canciones con los niñ@s, hacer pequeñas exploraciones por los patios, los cultivos, el bosque, las quebradas y los basureros, tomar,  exponer y comentar fotografías, entre otras. En ese lapso, comencé a escuchar de algunos educadores términos nuevos para mí como: Educación ambiental, interpretación ambiental, ejes transversales, aprendizaje significativo, pedagogía lúdica, y en fin, una larga lista de definiciones propias de la pedagogía escolar como ciencia. Lo cierto es que se trataba de un provechoso aprendizaje personal. No obstante, me di cuenta que tanto a los niños como a mí, lo que más nos gustaba era tocar el cuatro y cantar canciones. En principio, el repertorio que usé eran las canciones que lograba recordar de mi infancia, aquellas que mis maestras nos cantaban en la escuela: “El Elefante”, “Las Cinco Vocales”, “Allá en la Fuente”, “La Pulga y El Piojo”, entre otras. En una de esas ocasiones, noté que los maestros les introducían letras improvisadas a las canciones para hacerlas más cercanas a la realidad local conocida por sus niñ@s. Otra novedad metodológica para mí en ese entonces fue observar la pedagogía propia de los maestros con vocación quienes “dramatizaban” las canciones que cantábamos. Justo allí descubrí el poder de la comunicación multisensorial (visual, táctil-corporal y auditiva). Inmediatamente me di cuenta que si pudiéramos contar con un repertorio de canciones cuyas melodías fueran rítmicas, lo suficientemente “pegajosas a los niños”, con letras que plantearan un propósito educativo y dramatizables por los maestr@s, tendríamos en mano una excelente herramienta metodológica. Hasta ese entonces, jamás había compuesto una canción propia.

Del Sueño a la Metodología de Educación Ambiental: En una de esas madrugadas, tuve un sueño en el que recreaba el momento de la infancia cuando mi madre regresaba los viernes del campo, donde se desempeñaba fuera de la casa como maestra rural. En el sueño, recreaba la felicidad de ver a mamá entrando por el largo camino, entre el portón de la parcela y la casa, sus hijos teníamos ya cinco días sin verla. En su llegada, ella cargaba en sus brazos a su “bordona” (Rosaura, la hija menor), los más pequeños nos guindábamos de su vestido y los grandes la abrazaban, como escoltándola todos por el largo camino. No obstante, en el trayecto del camino que recorríamos en el sueño, mi madre, como por arte de magia, se “convertía” en gallina, y todos nosotros en pollitos. Ella nos cantaba “clo, clo, clo” y nosotros respondíamos “pio, pio, pio”, mientras escarbaba en el suelo lleno de hojarasca para mostrarnos algo que ella veía para nosotros. En alguna parte del sueño me levanté, agarré un lápiz y un papel y escribí la letra de mi primera canción “La Doctora Gallina” y casi simultáneamente, le compuse la melodía. A los pocos días, “probé” la canción con un grupo de niños campesinos en una comunidad rural de las montañas altas del estado Portuguesa. A las pocas semanas, observé el carácter “pegajoso” de la melodía y algunas estrofas. Pocos días después, en otro Convite de Investigación-Capacitación, trabajando el tema la problemática alrededor del recurso agua (escases, inundaciones, contaminación, erosión hídrica, etc.), compuse el tema” Una Gotica de Agua”. A finales del año 2000 tenía ya compuestas y probadas en campo, las primeras 10 canciones.

El Cancionero Ecológico Infantil Como Herramienta Didáctico-Ambiental en Escuelas y Hogares. Al tener reunida  las primeras 10 canciones sobre temas ambientales me propuse publicar el trabajo, en un intento por hacerlo llegar como medio didáctico a las manos de los maestr@s en las escuelas. Para ello editamos una cartilla con pequeñas historias, las letras de las canciones, dibujos para colorear e indicaciones para tocarlas en el cuatro o la guitarra, recurso impreso acompañado del CD con las canciones y principales pistas musicales. Nació así el “Cancionero Ecológico Infantil Vol. 1. La Doctora Gallina”. Este primer volumen tuvo inmediato éxito en un grupo de escuelas piloto del estado Portuguesa, lo que me motivó a continuar el proceso de composición y edición de los siguiente volúmenes 2 (El Gallinero Feliz) y 3 (La Camada de Pollitos), para un total de 30 canciones. La idea siempre fue que estos recursos le facilitan al docente y padre el proceso de enseñanza-aprendizaje de temas como: Los animales domésticos, varias especies de fauna silvestre venezolana, la extinción de la biodiversidad, la agricultura ecológica, algunos fenómenos naturales, el agua, el manejo adecuado de los desechos sólidos, la flora, entre otras. Entre el año 2002 y 2007, en una alianza entre al autor, CENDI, La Asociación Cooperativa LOMACRILLAN, la UCER-Gobernación y muchos usuarios particulares de la colección de los tres cancioneros, desarrollamos el proyecto de educación ambiental “La Doctora Gallina en las Escuelas de Portuguesa”. Este proyecto ha llegado a mas de 500 escuelas y se han capacitado y dotado con los materiales didácticos a mas de 1000 maestr@s. Los docentes acogieron muy bien la propuesta y la implementaron con un tan alto nivel de creatividad. Los resultados han sido evaluados por un equipo técnico de la UCER, la zona educativa, la dirección de educación y dos tesis de grado. Debido a ello, podría decirse que la propuesta metodológica ya ha demostrado sus bondades. Faltaría ahora, su difusión hacia el resto de Venezuela.

La Doctora Gallina en la Web. En octubre de 2010 salió al ciberespacio  la página www.ladoctoragallina.com . Los objetivos de este nuevo medio de información y comunicación son:

a) Ofrecer un espacio para compartir los resultados del Proyecto de Educación Ambiental “La Doctora Gallina” con la comunidad global. Para ello, la página ofrece opciones de “Artículos”, “Fotogalería”, “Documentos Descargables”, “Videos” para despliegue y descarga gratuita,  “Comentarios”, “Noticias”, “Foros” y “Suscripciones” como usuarios registrados.

b) Ofrecer una vía para que el usuario pueda adquirir, a bajo costo, la colección multimedia del Cancionero Ecológico Infantil (Volúmenes: 1, 2 , 3 y DVD).

Esta nueva edición especial multimedia, cuya adquisición se pone a la disposición desde la página, incluye los tres discos con las 30 canciones didácticas y un DVD que le permite al usuario: Imprimir desde su computadora las cartillas didácticas cuantas veces lo requiera; Disponer de una guía de aplicación del cancionero en la escuela o el hogar; Ver y compartir videos didácticos; Así como ver, imprimir y compartir una fotogalería.

En los primeros 30 días con la página web al aire, las estadísticas muestran que hay posibilidades de lograr los objetivos propuestos por esta nueva vía de ejecución del proyecto “La Doctora Gallina” como propuesta de educación ambiental basada en la música popular y la literatura infantil. El tiempo, la participación y los aportes de los usuarios tendrán la última palabra.

¿Cómo ves el estado actual de la educación ambiental en Venezuela?
En mi opinión, la educación ambiental actual en Venezuela presenta las siguientes cuatro características:

a) La que se desarrolla como contenido curricular formal en los niveles básicos, medios y universitarios, se muestra muy “expandida”. No hay duda que la obligatoriedad del eje transversal ambiente, unido al crecimiento de la matrícula estudiantil universitaria, ha producido sus resultados en este campo de cobertura curricular. 

b) La educación ambiental como actividad de extensión de estas instituciones educativas, atraviesa un período de “automatismo”, es decir, se ejecuta predominantemente como “obligaciones” académicas. En ella no destaca aquel fervor que se observaba cuando era la enérgica acción del voluntariado y las ONG que marcaron la pauta para impulsar la inclusión de estos contenidos curriculares. 

c) Los aportes que en materia de educación ambiental venían desarrollando las ONG muestran una tendencia a disminuir en cuanto a su cobertura y la cantidad de organizaciones con proyectos locales, sin desmeritar la calidad de su trabajo. En contraste, parecieran incrementarse elementos de “personalización”, “globalización”, y “deslocalización” de los mensajes educativos en el campo ambiental, posiblemente ayudado por la expansión que han experimentado las opciones que ofrece Internet. 

d)  Las instituciones públicas venezolanas con competencias ambientales, durante los últimos años, han sido fuertemente presionadas para  fundir en un solo proceso, el mensaje político-partidista con el mensaje ambiental. El balance de consecuencias de este enfoque amerita una evaluación científica de impacto.

¿Qué sería lo más importante que habría que hacer para mejorar la educación ambiental en el país?
Algunas ideas, podrían ser:

1. Si aceptamos que hoy por hoy el país dispone de una mayor población de potenciales “educadores ambientales” preparados por el sistema educativo formal, habría que desarrollar acciones orientadas a equilibrar cantidad con calidad, basada esta en evaluación de resultados.

 2. Diseñar y ejecutar un gran proyecto nacional e investigación, entre las principales universidades nacionales orientadas a evaluar objetivamente el impacto que ha tenido la fusión de mensajes político-partidistas con mensajes ambientales.

3. Aún hay que articular y comunicar más las experiencias locales exitosas venezolanas en materia de educación ambiental.

4. Hay que hacer llamados de “volver a los cauces” en materia de educación ambiental. Más emoción, menos obligación; mas responsabilidad, menos evasión; más argumentación y consenso, menos dogma; más honestidad, menos maquillaje; más unión natural, menos división; más humor y sonrisas inteligentes, menos amargura estancadora; mas contenido, menos vacíos; más amor, menos culpas; más poesía y música, para que la letra sabia y convincente empape el alma.

Un comentario final
Por recomendación del autor de la entrevista aquí les pongo su correo electrónico por si alguien desea entrar en contacto con él: adocardo@gmail.com Así como no dejen de visitar su página web: www.ladoctoragallina.com