Imagen: "La Nave de los Locos" de Hieronimus Bosch (fragmento)
Estamos finalizando un año complejo, difícil y lleno de situaciones alarmantes.
La Naturaleza nos ha dejado bien claro que sus procesos son tan poderosos que se burla de nuestra soberbia de "especie dominante" y que sino respetamos sus leyes naturales, el sufrimiento humano será cada vez mayor, y en última instancia nos encontraremos en un sitio nada privilegiado de la existencia sobre este planeta.
En simultáneo, la miopía, falsedad, cobardía y avaricia de gobiernos (de todos los colores), empresas y sociedades, parecen querernos decir que mejor nos olvidemos de los temas ambientales, ya que ahora debemos cuidar de los temas "serios": Economía, política, política, política y que para que nos entretengamos no nos perdamos ni un sólo minuto de los espectáculos que nos presentan en nuestro circo cotidiano (farsas políticas, misses, reality shows políticos, wiki leaks, escándalos judiciales y mucho beisbol y futbol)
Esta situación se mezcla con el hecho de que a escala global en los últimos años la política de los grandes bloques de poder, tanto tradicionales (USA, Europa) como emergentes (Brasil, China, Rusia), ha estado marcada por este nuevo pragmatismo político, que en gran medida es simplemente la caída de las caretas ideológicas que permiten dejar de aparentar que a su gobernantes les importan los temas éticos, sociales y ambientales.
A esta situación se nos une que la política nacional en nuestra historia reciente pasó de la hipocresía, el abandono, el desprecio por las mayorías y la "ilusión de armonía", al enfrentamiento, la violencia, la polarización, el menosprecio al conocimiento, así como a la exclusión de cada vez más actores sociales. En ese panorama los temas ambientales sólo quedan para los discursos internacionales y las declaraciones descabelladas y sin visos de realidad.
Pero a la vez, hay signos alentadores: este año con mucha timidez se lograron algunos avances en la reunión de Cancún que ya dábamos por ilusorios luego del estruendoso fracaso de la cumbre de Copenhague; asimismo, el tema ambiental, a través del cambio climático, toma un segundo aire y se recogen las banderas de impulsar planes nacionales que les permitan a los países disminuir su contribución al aumento de los niveles de gases invernaderos y prepararse (adaptarse) para los impactos generados por este fenómeno global; simultáneamente se redescubre que la lucha por el cambio climático es en la práctica hacer gestión ambiental de manera eficiente, integral y de largo plazo; se reencuentra el discurso de la sostenibilidad con el de la protección ambiental y volvemos a mirarnos como comunidad global amenazada de manera conjunta. A esto debemos agregarle que en nuestra sociedad venezolana, aún de manera incipiente, pero cada vez más importante, las comunidades populares, los movimientos sociales y los grupos de base toman conciencia de la conservación ambiental es también de importancia para su supervivencia y desarrollo.
Los que trabajamos en el tema ambiental, especialmente educadores y comunicadores, ahora tenemos nuevas herramientas de trabajo a través de los nuevos medios de comunicación basados en Internet y especialmente en la Web 2.0, pero además comenzamos a asumir que el éxito en nuestro papel como promotores del gran cambio que es necesario realizar, no depende de las herramientas a nuestra disposición, sino de presentarles a la sociedad mensajes poderosos, coherentes, socialmente pertinentes y en los cuales las personas se sientan identificados y motivados para la acción.
Los educadores ambientales ahora comenzamos a entender que, si queremos cambiar las actitudes de las mayorías, debemos modificar nuestros paradigmas y metodologías, salir de los guetos académicos, doctrinales y sectoriales y abrirnos a una nueva síntesis que facilite la integralidad del trabajo ambiental, la incorporación real de todos los actores sociales a la gestión ambiental, a la hibridación de nuestros enfoques con los temas de salud, gestión de riesgo, la educación para la participación, sostenibilidad económica, producción y consumo responsable, democratización del conocimiento y un largo etcétera, así como al desarrollo de una nueva visión del ambiente como un tema verdaderamente prioritario para todos y cada una de las personas que habitamos este planeta.
El 2011 no le veo con demasiado optimismo, lo siento un reto difícil y a veces duro, pero así son tan las cosas, y como dice mi admirada Michele Sato: "... no elegimos la educación ambiental en busca de la victoria. La escogimos para asumir los riesgos y luchar por las esperanzas. Al final, como el deseo es tropical lo improbable puede acontecer"
Un abrazo para todos y mi deseo de que cada uno de nosotros logre hacer su parte para alcanzar lo improbable.
Feliz Año
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