Se caracteriza por ser universal, transversal y
participativa. Dota de herramientas para la vida como la corresponsabilidad
para solucionar problemas. Una persona puede ser un excelente profesional pero
un habitante despreciable si no advierte su impacto negativo en el entorno
familiar, laboral y comunitario. Triada Gobierno-ong-universidades es clave
“Ando buscando un carguito, aunque sea de educador”. Esta
frase común entre venezolanos y venezolanas descalifica la Educación como
profesión y lesiona al autoestima de quienes se han capacitado y ejercen con
vocación este rol. “Eso duele porque sabemos que es un problema estructural que
arrastramos de otros gobiernos, y que se agudizó” sostiene con vehemencia,
Alejandro Álvarez Irragorry, biólogo, doctor en ecología, director técnico de
la ong Ecojuegos.
Añade “No todos podemos ser educadores ni educadores
ambientales. Sería como decir que la nutrición es igual para todas las
personas. Ser educador implica conocer al ser humano en todas sus dimensiones.
Para esto hay que formarse, contar con herramientas bien desarrolladas,
reinventarse para entender los cambios. Un educador logra el milagro de formar
a las personas para la vida. No es posible que una persona sin capacidades
ejerza esta profesión, ni puede llevar a cabo esta tarea para alcanzar los
estándares que demanda el país”.
La arenga de Álvarez traslada a la reportera hacia el
maestro Simón Rodríguez, una de las fuentes ideológicas para el cambio social
que inspiró al actual Gobierno para formar al nuevo republicano según el modelo
Robinsoniano: integridad, creatividad, respeto, amor por el conocimiento y la
técnica, entre otras virtudes ciudadanas; y le da antesala para preguntar:
¿Para qué sirve la Educación Ambiental?
Complementa la Educación formal, construye urbanidad,
civismo. La educación sin apellido no forma ciudadanos, forma profesionales.
Fíjate, una persona quizás no hizo estudios formales pero debe recibir
educación ambiental porque esa información lo instruye como ciudadano y le
capacita para la solución de problemas de su entorno. Este proceso formativo se
convierte en una vía para sensibilizar sobre el ambiente y la
corresponsabilidad que cada persona tiene con el espacio que habita; es una
formación para la vida; no es para aprender conceptos, es educar para vivir
mejor. Cada persona debe estar informada y necesita saber, por ejemplo, si los
alimentos que compra están contaminados; cómo evitar que los químicos lleguen
al agua o el aire; conocer qué son los riesgos socionaturales; qué hacer con
los residuos y desechos sólidos. Cada uno de esos elementos, dota de
información que hace que cada persona en su cotidianidad adquiera conciencia y
responda de manera adecuada, corresponsable, para solucionar los problemas de
tipo ambiental o de otra dimensión que surjan.
¿Cuál es el diagnóstico de Venezuela en materia de Educación
Ambiental?
Entre los años 70-90 fue in crecendo y desarrollando. La
triada gobierno-ong-academia dio un auge muy importante: surgieron más de 200
ambientalistas y se multiplicaron los programas gubernamentales en los
diferentes despachos de gobierno. Esa dinámica impactó positivamente sobre la
población, entendió que había problemas ambientales que debían solucionarse.
Pero esa es solo la primera fase de la Educación Ambiental: informar. La
segunda y tercera fase son: identificar las soluciones y emprender la participación
para resolver.
Con la llegada del actual Gobierno se transforma este
proceso. “Trata” de unirlo a propuestas de Educación Ambiental que se han
desarrollado en otras partes del mundo con enfoques de izquierda, algunos muy
buenos, por cierto, como la pedagogía de Paulo Freire, ecoformación, ecología
social. Pero, cuando digo “trata” es porque el Gobierno anunció que iba hacia
allá pero no fue hacia ninguna parte. A partir del año 2004, la Educación
Ambiental comenzó a caer marcadamente; con la idea de que se debía hacer acción
directa sobre las comunidades, se perdió la capacidad de hacer políticas
públicas nacionales; se hizo acción directa sin brújula; la única política
precisa fue no trabajar con las ong. Esta vía desarticuló la triada
gobierno-ong-universidades. Esta separación de piezas descompuso y frenó un
proceso de educación ambiental que no había llegado a una condición ideal pero
que avanzaba. Hoy, se diluye entre dos elementos distintos: un discurso y una
acción que no tiene contacto entre sí. El discurso es progresista, contacta con
modelos interesantes, pero la acción es escasa y se desprofesionalizó. Es
decir, tenemos cualquier persona haciendo educación ambiental; sin formación en
materia educativa ni ambiental.
¿Qué sugiere?
Reunirnos: gobierno, comunidades, universidades, ong,
empresas. Tener diálogos claros y ponernos de acuerdo para empujar la educación
ambiental hacia una dirección y lograr resultados con plazos definidos. Llevar
la Educación Ambiental a todos los niveles educativos y espacios como indica el
artículo 107 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Al cierre, Álvarez precisó “esto un asunto complejo como el
Cubo de Rubik, “no hay manera que una sola de sus caras, en este caso, el
gobierno, las ong o las universidades puedan por sí solas desarrollar todas las
áreas; deben articularse”.
Tomado de
http://www.quintodia.net/cambio-climatico/3624/educacion-ambiental-un-arbol-con-mas-de-tres-raices
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