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11 ene 2016

Volviendo del futuro ambiental






El siguiente artículo fue publicado en la Edición Aniversaria del Semanario Quinto Día aparecida el pasado 27 de noviembre. La misma recogió una serie de textos breves - y en tono positivo - sobre diversos temas los cuales buscaban responder a la solicitud de enviar "consejos a los gobernantes".

Ha pasado poco tiempo desde su publicación, pero ya algunos de los puntos tratados parece que se encaminan a un presente peor de lo esperado.



La película “Volver al Futuro II” de 1985 comienza con la aparición de un extravagante científico que dice venir del futuro y le pide al protagonista que le acompañe de regreso para tratar de evitar unos sucesos que aún están por ocurrir. La fecha objetivo: 21 de octubre de 2015.

Si contáramos con los medios para viajar, por ejemplo veinte años al futuro, ¿Cómo sería recordado el año 2015? Vamos a poner nuestra máquina del tiempo en marcha para investigar sobre lo que se vivió en ese momento.

Es casi seguro que cuando se revisen los principales sucesos ocurridos ese año, el mismo estará marcado por importantes acontecimientos ambientales. Ellos serán percibidos como hitos que definirían el futuro de nuestro planeta y nuestro país.

Iniciaríamos la cuenta en el mes de mayo con la publicación de la Encíclica Papal “Laudato Si´”. En ese documento el Papa Francisco hace un vehemente llamado  a la acción por la protección de nuestra “Casa Común”. Asimismo, critica el consumismo y la codicia y exhorta a lograr una acción colectiva para actuar contra el cambio climático.

Más adelante, en el mes de septiembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas estaría aprobando el documento “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. El mismo contiene 17 objetivos y 169 metas dirigidos a orientar los esfuerzos de desarrollo global. Un elemento resaltante de estos Objetivos de Desarrollo es que los temas ambientales atraviesan toda la Agenda, por lo que la dimensión ambiental se convierte en uno de los ejes principales de este compromiso mundial.

Luego, a finales de año, en París se realizaría la  Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas. En ella se estaría alcanzando un nuevo acuerdo para regular la emisión de gases causantes del calentamiento global. Asimismo, esta Conferencia obtendría otro resultado importante: El compromiso voluntario de 146 países del mundo de disminuir según sus posibilidades la emisión de estos gases en sus territorios y procesos.

Quizás también se recuerde el año por un hecho adicional: El haber alcanzado un nuevo record en las temperaturas del planeta. Un dato que debería habernos recordado que caminábamos hacia un posible desastre ambiental.

Y en Venezuela ¿qué estaba ocurriendo en materia ambiental ese año?

Las noticias no serían buenas: Se había eliminado el Ministerio del Ambiente, uno de los organismos pioneros en políticas de gestión ambiental en el mundo. Más adelante en el año se crearía un nuevo ministerio llamado de Ecosocialismo y Aguas cambiando el foco de la gestión ambiental a la doctrina política del momento.

En paralelo, la situación ambiental del país sería preocupante: Un estudio indicaría que más del 39% de los hogares venezolanos no recibían agua de forma regular. A la vez que se multiplicaban las denuncias por la mala calidad del agua distribuida en las redes de acueductos. Asimismo, el resultado de un trabajo realizado en toda la Amazonía revelaría que Venezuela era el único país de la región donde la deforestación de sus bosques amazónicos estaba aumentando. La minería ilegal de oro en la Guayana seguiría con su secuela de devastación, contaminación, enfermedad y destrucción de las culturas indígenas. Surgirían nuevas amenazas sobre las Áreas Bajo Régimen de Administración Especial, incluyendo Parques Nacionales protectores de nuestra biodiversidad e importantes productores de agua y electricidad. Asimismo se multiplicarían las obras públicas realizadas sin respetar las normas constitucionales y legales de control ambiental. Ese año Venezuela no aportó ningún compromiso, ni mostró avances en materia de cambio climático. Y, sin agotar la lista, se mantendría un grave conflicto entre los funcionarios del extinto ministerio del ambiente y las autoridades del nuevo ministerio.

Afortunadamente no todo serían malas noticias: Diversas organizaciones, instituciones y personas estaban haciendo esfuerzos por mejorar la conciencia ambiental de la ciudadanía, establecían programas de reciclaje, apoyaban la conservación de la biodiversidad, promovían emprendimientos basados en los principios de la sustentabilidad, investigaban y articulaban el conocimiento científico en materia de cambio climático, entre otras acciones. Todo ello a pesar del entorno político y económico extremadamente difícil de ese momento.
Dado este panorama, cuáles podrían ser los consejos que esos viajeros en el tiempo podrían dar a nuestros gobernantes.

El primero, y quizás más importante, sería no perder la oportunidad que representan los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por las Naciones Unidas. Ellos pueden actuar como lineamientos que orienten una Agenda Nacional encaminada a redefinir nuestro modelo de desarrollo. A la vez, a corto plazo, servirían para encauzar las acciones de los organismos venezolanos con competencias ambientales.

Esta oportunidad ha sido ya señalada por el Presidente de la República. El cual, al regresar de su participación en la Asamblea General de las Naciones Unidas, convocó “a todos los sectores del poder popular a conocer y estudiar los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable”. Asimismo, pidió la realización de un debate nacional sobre los mismos, así como incorporarlos al Plan de la Patria.

Este “debate para la acción”, como el mismo presidente lo definió, pudiera ser una oportunidad extraordinaria para lograr una alianza nacional amplia, inclusiva y abierta por un desarrollo justo, democrático y responsable de nuestra nación.

El debate debe hacerse sin sectarismo ni exclusiones, respetando el derecho de todos los ciudadanos a participar de manera protagónica y eficaz en la construcción de nuestro futuro como país.

Mientras esta discusión se realiza, es urgente que el Ministerio de Ecosocialismo y Aguas diseñe, revise o reactive acciones adecuadas para la solución de los problemas ambientales del país. Estos, al menos, deben incluir: el control de contaminantes y otras fuentes de daño ambiental, la protección efectiva de especies y ecosistemas, la gestión integral de cuencas y los planes de ordenamiento del territorio. Asimismo debe liderar el diseño de planes nacionales para la mitigación y adaptación al cambio climático, así como coordinar un programa nacional de educación ambiental sin apellidos partidistas.

También será necesario que la Asamblea Nacional se incorpore a esta acción. Se necesita promover leyes que le den piso legal a la lucha contra el cambio climático y revisar las normas ambientales que estén desfasadas o son ineficaces. Igualmente será preciso promover el uso de los presupuestos nacionales como herramienta para impulsar las prioridades que surjan de una Agenda Nacional Ambiental en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Los ciudadanos igualmente necesitamos activarnos y trabajar para defender nuestros derechos ambientales y de participación, así como promover acciones y procesos de articulación y diálogo y actuar como contralores de las acciones que se realicen.

El futuro de Venezuela puede ser promisorio para todos sí asumimos nuestro territorio y sus recursos naturales con conocimiento, responsabilidad y sensatez, pero también puede ser de mayores dificultades y limitaciones, especialmente para la población de menores recursos, si dilapidamos esta oportunidad.

No es necesario viajar en el tiempo para comprender estas opciones y actuar en consecuencia.



Mi agradecimiento a la periodista Leni Ramírez por la oportunidad y el apoyo en la redacción de este artículo.

22 jun 2015

La educación en la Encíclica "Alabado sea"




El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. Papa Francisco.



Recientemente la Santa Sede presentó una nueva Encíclica papal llamada "Laudato Si" (Alabado sea)  subtitulada "Sobre el cuidado de la casa común" en la cual se presenta el nuevo pensamiento de la Iglesia Católica con respecto a los temas ambientales.

Este texto representa un hito significativo y un apoyo importante en el avance de los procesos de conservación ambiental en el mundo, estancados recientemente por las sucesivas crisis económicas que han hecho que muchos países de manera explícita o embozada estén retrocediendo en los avances logrados desde la década de los ochenta del siglo pasado.

Un elemento que creo importante en el documento, es que el mismo presenta un enfoque más allá de lo científico de la destrucción ambiental, y la coloca en un plano moral y espiritual, por lo que es un deber y obligación  de todos los ciudadanos del mundo a participar en la construcción de un mundo más sostenible y solidario.

Asimismo, me resultó atractivo que estuviese escrito de tal manera que es posible subscribir sus ideas aún si no se comparte su enfoque religioso y desde el ámbito de muchas ideologías. Eso permite que sea un documento para unir y para articularnos en una acción común por "nuestra casa común" y el futuro de la humanidad.

En esta Encíclica aparece de manera relevante el tema de la educación. Sus ideas, que comparto en gran medida, son pertinentes, claras y necesarias. Por ello me parece importante compartir esta parte del texto y ayudar a su difusión, discusión y trabajo entre los educadores ambientales tanto en Venezuela como en otras partes del mundo.



II. Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente (Páginas 159 – 164 del texto original) 

Para leer el texto completo de la Encíclica marque aquí


209. La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos. Muchos saben que el progreso actual y la mera sumatoria de objetos o placeres no bastan para darle sentido y gozo al corazón humano, pero no se sienten capaces de renunciar a lo que el mercado les ofrece. En los países que deberían producir los mayores cambios de hábitos de consumo, los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo.


210. La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy centrada en la información científica y en la concientización y prevención de riesgos ambientales, ahora tiende a incluir una crítica de los « mitos » de la modernidad basados en la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios. La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo. Por otra parte, hay educadores capaces de replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica, de manera que ayuden efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasión.


211. Sin embargo, esta educación, llamada a crear una « ciudadanía ecológica », a veces se limita a informar y no logra desarrollar hábitos. La existencia de leyes y normas no es suficiente a largo plazo para limitar los malos comportamientos, aun cuando exista un control efectivo. Para que la norma jurídica produzca efectos importantes y duraderos, es necesario que la mayor parte de los miembros de la sociedad la haya aceptado a partir de motivaciones adecuadas, y que reaccione desde una transformación personal. Sólo a partir del cultivo de sólidas virtudes es posible la donación de sí en un compromiso ecológico. Si una persona, aunque la propia economía le permita consumir y gastar más, habitualmente se abriga un poco en lugar de encender la calefacción, se supone que ha incorporado convicciones y sentimientos favorables al cuidado del ambiente. Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias. Todo esto es parte de una generosa y digna creatividad, que muestra lo mejor del ser humano. El hecho de reutilizar algo en lugar de desecharlo rápidamente, a partir de profundas motivaciones, puede ser un acto de amor que exprese nuestra propia dignidad.


212. No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente. Además, el desarrollo de estos comportamientos nos devuelve el sentimiento de la propia dignidad, nos lleva a una mayor profundidad vital, nos permite experimentar que vale la pena pasar por este mundo.


213. Los ámbitos educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis, etc. Una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida. Pero quiero destacar la importancia central de la familia, porque « es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida » (1).  En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir « gracias » como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea.


214. A la política y a las diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientización de la población. También a la Iglesia. Todas las comunidades cristianas tienen un rol importante que cumplir en esta educación. Espero también que en nuestros seminarios y casas religiosas de formación se eduque para una austeridad responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente. Dado que es mucho lo que está en juego, así como se necesitan instituciones dotadas de poder para sancionar los ataques al medio ambiente, también necesitamos controlarnos y educarnos unos a otros.


215. En este contexto, « no debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano ». (2) Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios profundos, hay que tener presente que los paradigmas de pensamiento realmente influyen en los comportamientos. La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del mercado


Muchísimas gracias Papa Francisco





Nota: Reinserté los pies de páginas presentes en el texto original de tal manera que no se perdieran al extraer esta sección del documento completo.

(1) 149 Juan Pablo II , Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 39: AAS 83 (1991), 842.
(2) 150 Id., Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 14: AAS 82 (1990), 155