25 feb 2020

Cuatro años del Arco Minero del Orinoco: Preguntas pasadas, respuestas presentes y acciones futuras




Hace cuatro años, el 24 de febrero de 2016, apareció en Gaceta Oficial el decreto que creó la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco, conocida como Arco Minero del Orinoco o AMO.

Desde el principio esta acción del gobierno nacional generó muchas dudas en una enorme cantidad de personas que se preocupaban por la conservación ambiental y el futuro del país.

El decreto establecía el mega-proyecto minero más grande que jamás se había realizado en Venezuela ocupando más del 12% del territorio nacional, el cual incluía una importante cantidad de territorios indígenas, cuencas de ríos, ecosistemas boscosos y áreas de extraordinario valor ambiental y social.

Asimismo, los voceros oficiales hablaban de que en este desarrollo minero participarían 150 empresas internacionales y utilizaría procedimientos y tecnologías probadamente  dañinas y destructivas.

Pero a la vez, intentaban vender ese proyecto como una maravilla de protección ambiental y defensa de los derechos humanos.

En particular prometieron (y lo próximo es un resumen literal de promesas presentes en los discursos):

  • Que sería realizado “respetando los principios del ecosocialismo”.
  • Que se preservarían las “culturas originales” y “respetarían los derechos de los pueblos indígenas”.
  • Que tendría “como centro la conservación del ambiente y el desarrollo social”.
  • Que estaría dirigido a “rescatar la dignidad y proteger a los pequeños mineros de Venezuela”.
  • Que las operaciones mineras preservarían “los recursos naturales”.

Pero la promesa más importante implícita en el discurso, pero trascendente en ese momento que se estaba iniciando la mayor crisis económica sufrida por el país: Seríamos de nuevo un país rico.

Con respecto a esas promesas nos hicimos en ese momento las siguientes preguntas (*):

1. ¿De qué ecosocialismo estaban hablando? Y en particular:

  • ¿Sobre cuáles principios ecosocialistas se fundamenta el desarrollismo, el extractivismo y la depredación ambiental?
  • ¿Sobre cuáles principios ecosocialistas se destruyen las fuentes de agua, los bosques, el suelo y todo ser vivo?
  • ¿Sobre cuáles principios ecosocialistas se desconocen los derechos de la madre tierra?
  • ¿Cuáles principios ecosocialistas hacen más importante la riqueza material que el agua, la salud y la vida?

2. ¿Cómo este proyecto preservará los derechos de los pueblos indígenas? Y más aún:

  • ¿Cómo la destrucción de sus territorios y los recursos de los cuales dependen protegerá los derechos de esos pueblos?
  • ¿Cómo lo hará el desconocimiento de sus derechos territoriales y el principio de consulta previa, libre e informada?
  • ¿Cómo pasar de pueblos libres a obreros de empresas transnacionales preservará esos derechos?

3. ¿Cómo se asegurará la conservación del ambiente y el desarrollo social? Y en concreto: 

  • ¿Cómo se garantizarán los derechos ambientales de los venezolanos ¿Se exigirán las obligaciones ambientales a las empresas derivadas de los artículos  127, 128 y 129 de la Constitución Nacional y las leyes ambientales de la república?
  • ¿Cómo se garantizará el derecho a la salud de los habitantes locales según lo establecido en el artículo 83 de la Constitución?
  • ¿Cómo se garantizará el derecho a la seguridad de todos los venezolanos según lo establecido en el artículo 55 de la Constitución?
  • ¿Cómo se logrará el control ambiental necesario para asegurar la protección ambiental?

4. ¿Cómo se promoverá la defensa de la dignidad y la protección de los mineros? 

  • ¿Cómo es posible garantizar la dignidad de un minero en un territorio controlado por bandas criminales?
  • ¿Cómo van a proteger a los mineros en un país en que fue destruido todo el sistema de seguridad social y desaparecieron los derechos de los trabajadores?
  • ¿De cuál protección se habla sí esos trabajan en las peores condiciones laborales posibles?

Y para aquellos que ven como bien supremo las ganancias económicas sin ninguna otra consideración humana, ni ambiental, era necesario preguntar:

¿Realmente valen la pena esas supuestas ganancias? 

Es decir cuál será el balance para el país cuando se tomen en cuenta los costos reales de esa operación. Para ello sería necesario calcular:

  • Los costos causados a la Nación producto de los daños ambientales que serán generados por este mega-proyecto. En particular será necesario contabilizar los costos derivados de la destrucción de cuencas, bosques, biodiversidad y por los efectos de la contaminación
  • La magnitud de los daños sociales y culturales producidos por la explotación minera. En particular los costos derivados de los efectos destructivos sobre las comunidades indígenas y campesinas locales, la desaparición de culturas, la violencia social y la violación de derechos humanos.
  • Los costos producidos por los daños políticos y económicos que estos proyectos dejen como legado. Resultará necesario calcular los daños producto de la corrupción generalizada debido a la presencia de la economía minera, así como la desaparición de economías alternativas, pero también debido a la insustentabilidad innata de todo proyecto minero.


Esas preguntas nos la hicimos hace cuatro años y las respuestas a todas ellas las hemos tenido a lo largo de este tiempo y son un catálogo del horror.

Jamás nos hubiésemos podido imaginar que la situación pudiera ser tan traumática y destructiva para nuestro país. Tampoco que la distancia entre lo prometido y la realidad fuese tan grande y contrastante como si fuese un retrato en negativo.

Frente a las promesas realizadas, la realidad de las zonas mineras puede definirse a partir de las siguientes características:

El modelo de minería prometido, uno de operaciones de gran escala implementada por grandes empresas transnacionales actuando de manera legal, ordenada y responsable, se convirtió en la realidad en uno de saqueo y destrucción masiva bajo el control directo o indirecto de la delincuencia organizada y la anuencia o participación de funcionarios gubernamentales. Ella se realiza con la participación de cientos de miles de mineros que no cuentan con ninguna protección o apoyo, trabajando a veces en condiciones de semi-esclavitud y bajo el régimen de terror de las bandas locales.

Dentro de ese contexto, en la práctica el Estado venezolano desapareció de las zonas mineras y fue sustituido por la “Ley” de la violencia y la sangre ejercida por actores armados violentos, que ejercen un poder total sobre las mismas.

A partir de esa realidad,el 12% de zona definida por el decreto se amplió hasta ocupar un aproximado del 40% del país afectado por un crecimiento masivo de actividades mineras de pequeña y mediana escala, principalmente en los estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro, pero ya también en otros cinco estados.

Derivado de la corrupción y la incapacidad institucional producto de estas circunstancias, la explotación de los recursos minerales ocurre sin cumplir con ninguna regulación legal o control, violando así toda la normativa ambiental del país y generando enormes daños ambientales que tienen y tendrán un muy pesado lastre para el desarrollo del país y sus habitantes.

Este daño está generando consecuencias ya presentes: Todas las cuencas de la Amazonía venezolana están contaminadas con mercurio, miles de personas en la región tienen muy altos niveles de mercurio en sus cuerpos, cientos de miles de personas están en riesgo de intoxicarse con este elemento y sus derivados. Una grave epidemia de malaria surgida como consecuencia de la alteraciones ambientales en las zonas mineras está expandiéndose tanto en el número de personas infectadas, como el número de zonas geográficas afectadas.

Asimismo la actividad minera existente es causante de graves violaciones a los derechos a la vida, al ambiente sano, cultura y protección de los pueblos indígenas y los trabajadores.

Adicionalmente, las probables enormes ganancias derivadas de la explotación de los recursos extraídos, en su mayoría no servirán para el financiamiento del Estado, sino para enriquecer de manera inmoral a una minoría.

Y finalmente, la actual situación pudiera promover conflictos violentos derivados de la ocupación y control de territorios para la explotación de "minerales de conflicto" por diversos actores armados, tales como los ocurridos en la República Democrática del Congo y otros países.

¿Y qué podemos hacer en este momento?

La magnitud de la destrucción, así como la obcecación, la ruindad y la codicia aparentemente sin límites de los dueños del poder nos ponen en circunstancias muy difíciles. Esas circunstancias son aún peores cuando nos encontramos en el medio de una emergencia humanitaria compleja que nos afecta a todos. Es muy fácil caer en la desesperanza y la apatía. Incluso algunos ya se han doblegado al dominio impuesto desde el régimen.

Una alternativa puede provenir de las propuestas de Viktor Frankl, un psiquiatra austriaco que vivió una de las peores experiencias de adversidad que persona humana puede vivir, ser un prisionero judío en un campo de concentración nazi. Este autor sobrevivió para dejar una posible respuesta ante estas situaciones. El escribió, pensando en cómo actuar frente a condiciones extremas:

“Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.

Esa frase suena a resignación o abandono de la lucha, pero no lo es. En nuestro caso esa idea se convierte en propósito y camino a través de estas acciones:

  • Necesitamos reconstruir un país de todos donde ninguna persona quede atrás. Cuando hablemos de nosotros, hablemos de cada venezolano y del país de todos. Es decir derrumbemos el muro de la polarización en el cual nos encerraron y nos dividieron.Construyamos el país donde la libertad, la justicia social, la solidaridad y la responsabilidad sean los valores que nos guíen.
  • Necesitamos reconectarnos con el mundo. Otros países sufren problemas similares a los nuestros. Algunos ya tienen una larga experiencia luchando contra regímenes opresivos y proyectos desarrollistas. Juntos podemos implementar más y mejores acciones de resistencia.
  • Necesitamos crear una nueva narrativa de país. Ya debemos dejar atrás la idea de un país rentista y extractivista en el que el poder y el dinero se concentran en el gobierno, y en contraste comencemos a construir un proyecto de país donde a partir de nuestra extraordinaria diversidad biológica, social y cultural podamos ser prósperos, responsables y sustentables con el esfuerzo de todos..
  • Necesitamos reconquistar nuestro derecho a luchar por nuestro futuro. Este es nuestro país y será el de nuestros hijos sólo si todos desde sus posibilidades y circunstancias actuamos por lograr ese cambio.

Todos estos esfuerzos son necesarios porque Venezuela, la de todos, la de la maravillosa Naturaleza, bien los vale.

2 feb 2020

La Laguna de Boleita, los terrófagos y el día Mundial de los Humedales



Manuel Cabrè, Laguna de Boleita (años 30)

Hace unos años me topé con la imagen de ese cuadro del llamado pintor del Ávila, Manuel Cabré (1890-1984) titulado "Laguna de Boleita".

Quedé intrigado. Hasta donde sabía no había ninguna laguna en lo que actualmente llamamos Boleita, el cual es un sector industrial localizado al este de Caracas.

¿Dónde estaba esa laguna y qué pasó con ella?

Luego de muchas averiguaciones y conversaciones con personas mayores conseguí que el lugar donde existió ese cuerpo de agua, es lo que actualmente se llama la urbanización El Marquéz, que era parte de la antigua hacienda Boleita. Específicamente la laguna estaba localizada en el espacio que actualmente es el final de la Avenida Sanz, entre los terrenos ocupados por el edificio de CORPOELEC y la subida al barrio Campo Rico, donde precisamente inicia la calle "La Laguna".

Incluso una amiga me contó que su abuela, una inmigrante portuguesa, a su llegada a Venezuela, vivió en una casa en el barrio Campo Rico. Como ese zona se había poblado de manera no planificada, en sus inicios no tenía servicio de agua por tuberías y los habitantes bajaban a abastecerse de agua en la laguna.

Cuando se urbanizó la zona y fue bautizada como El Marquéz, este cuerpo de agua fue desecado y desapareció de los mapas y la memoria de los habitantes de Caracas. A pesar de ello, según diversos testimonios sigue existiendo de manera subterránea.

Ese descubrimiento me llevó a encontrar que en el Área Metropolitana de Caracas existieron un grupo de cuerpos de agua que los biólogos llamamos lénticos, tales como lagos, lagunas, ciénagas y pantanos que generalmente son cerrados y permanecen en un mismo lugar sin correr ni fluir.

Así descubrí a la laguna de Catia, en la urbanización del mismo nombre, la cual fue un sitio de recreo muy popular a comienzos de siglo 20. La laguna de Espino en los terrenos del actual Valle Arriba Golf Club y también zonas pantanosas como los terrenos al sur de las actuales avenidas México y Universidad en el sector conocido como La Hollada.

En los alrededores de Caracas, conocí a la Laguna de Carrizal (entrada a la actual urbanización Montaña Alta, en Carrizales, Miranda) la Laguna de la Dolorita en el barrio del mismo nombre.. Incluso sitios como El Junquito fueron zonas cubiertas de agua que los campesinos que bajaban con sus cosechas de la Colonia Tovar usaban para descansar y darle agua a sus animales de carga.

Todos ellos fueron humedales,es decir ambientes terrestres que están cubiertos de agua de manera permanente o temporal. Ellos fueron parte de la naturaleza de esta ciudad, pero el desarrollismo que antes llamaban "terrófago" los destruyó. Muchos de ellos tenían una gran importancia para la biodiversidad urbana y la recreación de los humanos. Pero la codicia no tomó en cuenta estas características.

Muchos años después de ese tiempo de crecimiento urbano sin límites ni responsabilidad volvemos a esa situación y actualmente los humedales venezolanos son destruidos por razones ilegítimas y frecuentemente ilegales impuestas por los que anteponen el lucro a los verdaderos intereses del país.

Así entonces, por ejemplo, en este momento el Refugio de Fauna de Cuare, en el estado Falcón está siendo destruido para construir un complejo hotelero por empresarios irresponsables en conjunto con funcionarios corruptos.

Los humedales tienen una enorme importancia para todos. Su existencia es beneficiosa para el mantenimiento de la salud ambiental, muchos tienen importancia para la conservación de muchas especies y son fuente de recursos para muchas poblaciones humanas. Igualmente, bien gestionados pueden tener un enorme valor económico como paisajes naturales y sitios de recreación de importancia turística.

Pero volvieron los terrófagos de la mano de los mafiosos y vuelven a destruir nuestros humedales.

Por ello, debemos actuar de manera urgente para resistir esos actos criminales.

Pero más aún, tenemos que luchar juntos por lograr que los venezolanos tengamos gobiernos democráticos y responsables que conserven la Naturaleza como única forma de garantizar la salud, prosperidad, cultura y felicidad de los habitantes de este país.