Este artículo está basado en la ponencia “¿Qué queremos? Aprovechando la oportunidad” presentada en el Foro: ¿A dónde va el ambiente en Venezuela? Realizado el 05 de noviembre de 2014 en el Centro Cultural Chacao, Caracas.
En el artículo pasado, presenté algunas ideas para la discusión de las bases para una nueva estructura del Ministerio del Ambiente que deseamos y necesitamos. Allí comentamos la necesidad de no comenzar a pensar en una estructura sin antes pensar cuál es el propósito que debería cumplir en la Venezuela que soñamos y en particular entender que más que una institución necesitamos una nueva concepción – una narrativa – que guíe el desarrollo futuro de nuestra relación con la naturaleza existente en el territorio nacional, los recursos naturales que en él se encuentran y nuestro ambiente.
La propuesta que hice en esa ocasión es trabajar para cambiar nuestra concepción “minera” del ambiente: extractivista, cortoplacista, que niega y destruye nuestras verdaderas riquezas, y sustituirla por una nueva idea que se expresa en la narrativa de país de la diversidad productiva. Es decir entender que de valorar y gestionar con responsabilidad, justicia y solidaridad nuestra diversidad (biológica, social y cultural) nacerá el camino hacia un nuevo futuro.
Sobre este sustrato, podemos comenzar a construir la nueva edificación.
En primer lugar, necesitaremos de una institución que conozca y comprenda las condiciones ambientales del país, así como las dinámicas de cambio de las mismas. Es claro que sin una comprensión de la realidad ambiental toda planificación será ficticia y toda acción un viaje en la oscuridad.
Este conocimiento deberá nacer del desarrollo de agendas de investigación que promuevan, articulen y faciliten la incorporación de todos los actores del sector ciencia y tecnología, así como a las empresas, comunidades y a la cooperación científica internacional.
Nuestra diversidad debe ser conocida y nuestros científicos deben ser convocados, apoyados y estimulados. Nuestra riqueza nace de una poderosa ciencia nacional. Sin que esto signifique ninguna xenofobia ni exclusión, necesitaremos del apoyo de científicos de todo el mundo y del apoyo de las tecnologías que no tenemos.
El resultado de estas investigaciones, convertida en una base de datos de conocimiento sobre todos los aspectos de nuestra realidad ambiental servirá como insumo para desarrollar procesos de planificación integrales y abiertos que se convertirán en políticas públicas dirigidas a orientar tanto la acción del Estado y de la sociedad, como al propio ministerio.
Estos procesos de planificación ambiental incluirán como aspecto fundamental la ordenación del territorio, pero deberá a su vez incluir una visión integral de todos los aspectos ambientales de manera integral y sistémica.
Estas políticas a lo interno, deberán permitir establecer programas de gestión dentro de cuatro temas estratégicos:
1) La preservación a largo plazo del funcionamiento de los ecosistemas que generan bienes y servicios ambientales necesarios para la sustentabilidad del país.
2) La regulación de las actividades que se realicen de tal manera de prevenir, mitigar, restaurar y compensar los daños que se puedan generar sobre el ambiente.
3) La ampliación y optimización de los servicios públicos ambientales dirigidos a mejorar la calidad de vida de la población, y
4) La promoción de una agenda ciudadana que promueva la incorporación de toda la población en la defensa de los derechos ambientales, así como en el cuidado y uso responsable de los recursos y bienes naturales.
Esta última área estratégica será fundamental para el éxito de la misión del nuevo ministerio, el cual deberá convertirse en facilitador de la construcción colectiva de un acuerdo nacional dirigido a generar los cambios en los valores y prácticas personales, institucionales y productivas.
Transitar este camino de transformación cultural, necesitará de las mejores herramientas comunicacionales, educativas y de promoción social existentes. Pero principalmente precisará establecer procesos de diálogo, articulación y conciliación. Todo ello dirigido a construir la confianza social en la posibilidad de que podemos lograr y tenemos derecho a una vida sana, segura y ecológicamente equilibrada y a un futuro mejor basados en el uso responsable de nuestras riquezas naturales.
Las cuatro áreas estratégicas actuarán en permanente vínculo y simbiosis a través de procesos matriciales y retroalimentarán la planificación mediante el monitoreo continuo de nuestro ambiente.
Igualmente, permitirán establecer una base de conocimientos y experiencias que permitirán al país, desde una visión nacional, participar proactivamente en la construcción de una agenda internacional dirigida a promover y apoyar una alianza global dirigida a la solución de los problemas ambientales globales sobre la base de los principios de corresponsabilidad, solidaridad y justicia ambiental.
Finalmente, una propuesta de futuro también implica conectarse, literalmente, al mundo de las nuevas tecnologías. No es posible seguir entendiendo la complejidad ambiental con herramientas que en el mejor de los casos son de una generación anterior. Los retos actuales exigen manejar información de formas mucho más exhaustivas, detalladas y urgentes de tal manera de monitorear los cambios y entender la complejidad natural y socio-ambiental. Necesitaremos desde tecnologías satelitales, manejo masivo de datos, sensores de alta tecnología y el modelaje matemático, hasta el manejo eficiente de redes sociales, entre muchas otras herramientas.
Alcanzar este sueño exigirá establecer una institución fuerte, bien dotada de recursos financieros y humanos, así como de los recursos técnicos y las herramientas sociales necesarias. Pero ante todo, requerimos una institución con la suficiente autoridad ética y política que le permita promover los cambios necesarios para convertirnos en una sociedad sustentable.
Todos estos planteamientos pueden sonar utópicos, pero no tenemos más remedio que buscar hacerlos realidad o fracasar como país. O como diría el viejo educador: “O Inventamos o erramos”.
Es el momento de demostrar nuevamente que los venezolanos tenemos el espíritu y la capacidad para actuar juntos y tejer el país de la diversidad floreciente que nuestros hijos disfrutarán.
La idea que quiero dejar al final es de Bertolt Brecht: “No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar”
Por eso podemos y debemos cambiar y convertirnos en el país de la diversidad productiva.
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