Bombero forestal. Años 70 |
Venezuela en los años setenta del pasado venía de una etapa de desarrollismo extremo impulsado por el crecimiento del petro-estado. Los años del “buldócer” los llamó Ocarina Castillo.
Quizás un ejemplo claro de la ideología detrás de ese modelo económico puede leerse en este texto de Hans Neumann presidente de las Empresas del Grupo Montana publicado en El Nacional en 1974 (1):
“Se trata de optimizar para el hombre y no para la naturaleza. No es la naturaleza per se lo que nos debe interesar, sino ella como un ambiente en el que nos podremos desempeñar y vivir nosotros y todas las generaciones futuras. La consigna “conservacionista” no puede ser la única rectora de una conciencia ecológica. Se trata de crear un ambiente vivible y no de catalogar bosques como se hace con una obra de Velásquez.”
Esa mirada desarrollista y antropocéntrica era la narrativa compartida por la mayoría de las cúpulas del poder político y gubernamental de esa época. Este grupo entendía las ideas conservacionistas únicamente como restricciones a su actividad empresarial y al crecimiento económico. Eso dentro de un país cuya riqueza y actividad económica había surgido casi sin ninguna limitación: “El cielo era el límite”.
Pero también quizás era la respuesta a una ola creciente de conservacionismo que iba creciendo en el mundo, que en Venezuela tuvo extraordinarios promotores, incluyendo a profesores universitarios, miembros de organizaciones no gubernamentales, funcionarios públicos, así como a líderes políticos y comunitarios. Pero también a vecinos y pobladores de distintas zonas del país afectadas por los proyectos de desarrollo que destruían sin ningún límite sus formas de vida, recursos de los cuales dependía y su propia identidad.
Este grupo venía inspirado por lo que Eugenio Caricote (2), llamó el “sentido ético de la conservación”.
Ya para el año de 1976 se promulgó la primera Ley Orgánica del Ambiente de Venezuela y una de las primeras leyes ambientales del mundo. Un año después inicia sus actividades el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARNR)
Este proceso avanza en conjunto con la acción de la sociedad civil que ve como sus ideas de conservación ambiental pueden fundamentarse en un entramado legal e institucional cada vez mayor.
Entre ambos generan una fuerza de contrapeso a los intereses económicos y políticos. En ningún momento este contrapeso logró evitar del todo el avance de los intereses desarrollistas, pero logró imponerle ciertos límites, restricciones y modos a su acción.
A esta historia, aun escasamente contada en la literatura, le falta un aspecto esencial: El aporte de los trabajadores al crecimiento de la gestión ambiental de Venezuela.
Ellos fueron guardaparques, bomberos forestales, trabajadores en distintas instituciones que hacían labores de campo, pero también funcionarios haciendo trabajo de planificación, gestión y control ambiental. Algunos eran ingenieros, biólogos, geógrafos, abogados, químicos, arquitectos y de muchas otras profesiones. Otros eran simplemente gente del pueblo.
Nadie puede saber cuántos fueron y la mayoría fueron anónimos, pero su acción fue fundamental para la consolidación de la gestión ambiental en el país.
Sus principales herramientas eran: mística de trabajo, compromiso institucional y amor por Venezuela.
Las historias de sus enfrentamientos contra los poderes podrían llenar libros. Algunas de estas historias están llenas de inteligencia, astucia y el saber cómo mover desde abajo los hilos de la política.
En algunas ocasiones tuvieron apoyo desde los altos cargos del gobierno, pero en otras tuvieron que luchar contra ellos. Algunas batallas se ganaron, otras se perdieron. Pero ese grupo de trabajadores nunca perdió su pasión por Venezuela y su ambiente.
Tuve el honor de trabajar en conjunto con personal de Inparques, Ministerio del Ambiente y algunos otros organismos. Y siempre admiré su tenacidad a pesar de las enormes dificultades que tenían para hacer sus trabajos.
Un nuevo grupo en el poder, una casta de saqueadores, se dieron cuenta de que el obstáculo más grande que tenían para poder expoliar el país eran las instituciones ambientales y en particular sus trabajadores. Como consecuencia el ataque fue despiadado y la destrucción fue casi total.
Pero aún me consigo con trabajadores dando la pelea. Muchos de ellos ya envejecidos y cansados manteniéndose fieles a las ideas que los alimentaron en sus inicios. Pero los hay también jóvenes que aunque nunca conocieron las etapas mejores de la gestión ambiental del país, tienen el sueño de participar en acciones importantes y contundentes para salvar no al planeta, sino al futuro de Venezuela y sus hijos.
Este grupo y muchos más participaremos en la necesaria reconstrucción de la institucionalidad ambiental del país. Sus experiencias serán necesarias. Sus heridas los recordatorios de lo que no debe hacerse.
Son ellos y ellas nuestra esperanza.
Feliz día del trabajador. Nos veremos pronto en la reconstrucción.
(1) Tomado de El Libro Venezolano del Ambiente. Gondelles, E. y otros. Tomo Segundo. 1983. Pág. 27.
(2) Eugenio Caricote. Ingeniero Agrónomo, Director de. Educación Superior del Ministerio de Educación y Profesor Universitario.
Gracias Alejandro.Nos vemos, no en la reconstrucción...más bien en la refundación.EL "reset" tiene que ser profundo, pues el daño y la contaminación del ambiente también llegó a los espíritus...
ResponderEliminar