Foto Juan Carlos Valero |
Hace un poco más de dos mil años nació un niño en una familia tan pobre que sus padres no tuvieron como pagar ni siquiera un lugar decente en el momento de su nacimiento y tuvo que nacer en un establo. En vez de cuna tuvo algo de paja, en vez de ropas, trapos, en vez del calor de un hogar el calor de animales de trabajo.
Ese niño se convirtió en un gran maestro que hablo de amor, respeto, tolerancia e igualdad. Para mucha gente estas son las bases de su fe y su religión y reconocen a ese Maestro como su Dios.
Hoy en Venezuela nacen muchos niños en condiciones tan difíciles o peores que el niño del pesebre de Belén. Su corta vida está marcada por la destrucción de su entorno y las condiciones que hacen posible la vida.
Por eso, en la fecha que conmemoramos al niño nacido en el pesebre, quiero pedir esta noche por los niños nacidos en Venezuela en el medio de la destrucción ambiental.
Pido por los niños indígenas y criollos del Alto Caura nacidos ya envenenados con mercurio producto de la codicia y la corrupción.
Pido por los niños nacidos en barrios sin agua, ni cloacas, en el medio de desechos que nadie recoge. Niños que sólo serán recordados en la próxima campaña electoral.
Pido por los niños de la Cuenca del Lago de Valencia tomando agua envenenada por culpa de gobernantes que cerraron los ojos y abrieron sus bolsillos.
Pido por los niños pescadores y habitantes del lago de Maracaibo sumergidos en un lago moribundo, infectado por el desarrollismo que beneficia a unos pocos.
Pido por los niños enfermos en hospitales sin agua, ni saneamiento, doblemente enfermos, muchas veces abandonados.
Pido por los niños campesinos, hambrientos, sedientos y siempre damnificados porque sus tierras han sido destruidas por la ignorancia y la perversidad de los que no buscan hacer florecer el campo venezolano, sino sólo sus cuentas en el exterior.
Pido por los niños de nuestras costas suplicando por una lata de sardinas, aunque vivan frente a un mar lleno de riquezas que se ha convertido en territorio de otros y que cada día se degrada un poco hasta que al final solo quede un desierto de agua sin vida.
Pido por los niños de nuestras ciudades grises, creciendo sin nunca aprender que en un país lleno de miles de animales y plantas se puede vivir con salud y abundancia.
Pido finalmente, por los niños que nacerán en el Arco Minero del Orinoco que serán sacrificados en el altar del becerro de oro.
Pido en esta Navidad por todos ellos.
Pero también no puedo olvidar pedir por los niños de Alepo sacrificados y dolientes de la perversión del primer genocidio masivo de este siglo.
Hermoso Alejandro!... Gracias por ser un puente para construir ♡♡♡
ResponderEliminar