26 nov 2014

¿Cuál es el ministerio del ambiente que necesitamos? 2. Una estructura para una nueva historia





Este artículo está basado en la ponencia “¿Qué queremos? Aprovechando la oportunidad” presentada en el Foro: ¿A dónde va el ambiente en Venezuela? Realizado el 05 de noviembre de 2014 en el Centro Cultural Chacao, Caracas.

En el artículo pasado, presenté algunas ideas para la discusión de las bases para una nueva estructura del Ministerio del Ambiente que deseamos y necesitamos. Allí comentamos la necesidad de no comenzar a pensar en  una estructura sin antes pensar cuál es el propósito que debería cumplir en la Venezuela que soñamos y en particular entender que más que una institución necesitamos una nueva concepción – una narrativa – que guíe el desarrollo futuro de nuestra relación con la naturaleza existente en el territorio nacional, los recursos naturales que en él se encuentran y nuestro ambiente.

La propuesta que hice en esa ocasión es trabajar para cambiar nuestra concepción “minera” del ambiente: extractivista, cortoplacista, que niega y destruye nuestras verdaderas riquezas, y sustituirla por una nueva idea que se expresa en la narrativa de país de la diversidad productiva. Es decir entender que de valorar y gestionar con responsabilidad, justicia y solidaridad nuestra diversidad (biológica, social y cultural) nacerá el camino hacia un nuevo futuro.

Sobre este sustrato, podemos comenzar a construir la nueva edificación.

En primer lugar, necesitaremos de una institución que conozca y comprenda las condiciones ambientales del país, así como las dinámicas de cambio de las mismas. Es claro que sin una comprensión de la realidad ambiental toda planificación será ficticia y toda acción un viaje en la oscuridad.

Este  conocimiento deberá nacer del desarrollo de agendas de investigación que promuevan, articulen y faciliten la incorporación de todos los actores del sector ciencia y tecnología, así como a las empresas, comunidades y a la cooperación científica internacional.

Nuestra diversidad debe ser conocida y nuestros científicos deben ser convocados, apoyados y estimulados. Nuestra riqueza nace de una poderosa ciencia nacional. Sin que esto signifique ninguna xenofobia ni exclusión, necesitaremos del apoyo de científicos de todo el mundo y del apoyo de las tecnologías que no tenemos.

El resultado de estas investigaciones, convertida en una base de datos de conocimiento sobre todos los aspectos de nuestra realidad ambiental servirá como insumo para desarrollar procesos de planificación integrales y abiertos que se convertirán en políticas públicas dirigidas a orientar tanto la acción del Estado y de la sociedad, como al propio ministerio.

Estos procesos de planificación ambiental incluirán como aspecto fundamental la ordenación del territorio, pero deberá a su vez incluir una visión integral de todos los aspectos ambientales de manera integral y sistémica.

Estas políticas a lo interno, deberán permitir establecer programas de gestión dentro de cuatro temas estratégicos:

1) La preservación a largo plazo del funcionamiento de los ecosistemas que generan bienes y  servicios ambientales necesarios para la sustentabilidad del país.

2) La regulación de las actividades que se realicen de tal manera de prevenir, mitigar, restaurar y compensar los daños que se puedan generar sobre el ambiente.

 3) La ampliación y optimización de los servicios públicos ambientales dirigidos a mejorar la calidad de vida de la población, y

4) La promoción de una agenda ciudadana que promueva la incorporación de toda la población en la defensa de los derechos ambientales, así como en el cuidado y uso responsable de los recursos y bienes naturales.

Esta última área estratégica será fundamental para el éxito de la misión del nuevo ministerio, el cual deberá convertirse en facilitador de la construcción colectiva de un acuerdo nacional dirigido a generar los cambios en los valores y prácticas personales, institucionales y productivas.

Transitar este camino de transformación cultural, necesitará de las mejores herramientas comunicacionales, educativas y de promoción social existentes. Pero principalmente precisará establecer procesos de diálogo, articulación y conciliación.  Todo ello dirigido a construir la confianza social en la posibilidad de que podemos lograr y tenemos derecho a una vida sana, segura y ecológicamente equilibrada y a un futuro mejor basados en el uso responsable de nuestras  riquezas naturales.

Las cuatro áreas estratégicas actuarán en permanente vínculo y simbiosis a través de procesos matriciales y retroalimentarán la planificación mediante el monitoreo continuo de nuestro ambiente.

Igualmente, permitirán establecer una base de conocimientos y experiencias que permitirán al país, desde una visión nacional, participar proactivamente en la construcción de una agenda internacional dirigida a promover y apoyar una alianza global dirigida a la solución de los problemas ambientales globales sobre la base de los principios de corresponsabilidad, solidaridad y justicia ambiental.

Finalmente, una propuesta de futuro también implica conectarse, literalmente, al mundo de las nuevas tecnologías. No es posible seguir entendiendo la complejidad ambiental con herramientas que en el mejor de los casos son de una generación anterior. Los retos actuales exigen manejar información de formas mucho más exhaustivas, detalladas y urgentes de tal manera de monitorear los cambios y entender la complejidad natural y socio-ambiental. Necesitaremos desde tecnologías satelitales, manejo masivo de datos, sensores de alta tecnología y el modelaje matemático, hasta el manejo eficiente de redes sociales, entre muchas otras herramientas.

Alcanzar este sueño exigirá establecer una institución fuerte, bien dotada de recursos financieros y humanos, así como de los recursos técnicos y las herramientas sociales necesarias. Pero ante todo, requerimos una institución con la suficiente autoridad ética y política que le permita promover los cambios necesarios para convertirnos en una sociedad sustentable.

Todos estos planteamientos pueden sonar utópicos, pero no tenemos más remedio que buscar hacerlos  realidad o fracasar como país. O como diría el viejo educador: “O Inventamos o erramos”.

Es el momento de demostrar nuevamente que los venezolanos tenemos el espíritu y la capacidad para actuar juntos y tejer el país de la diversidad floreciente que nuestros hijos disfrutarán.

La idea que quiero dejar al final es de Bertolt Brecht: “No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar”

Por eso podemos y debemos cambiar y convertirnos en el país de la diversidad productiva.

11 nov 2014

¿Cuál es el ministerio del ambiente que necesitamos? 1. Cambiando de historia






Este artículo está basado en la ponencia “¿Qué queremos? Aprovechando la oportunidad” presentada en el Foro: ¿A dónde va el ambiente en Venezuela? Realizado el 05 de noviembre de 2014 en el Centro Cultural Chacao, Caracas.



Para todos aquí es conocida la decisión reciente del Ejecutivo Nacional de eliminar, luego de treinta y siete años de trayectoria, al Ministerio del Ambiente. Esta decisión ha generado rechazo aún entre grupos cercanos a las políticas del gobierno. Pero por otra parte, algunos de nosotros creemos que esta decisión es una oportunidad para repensar su existencia, misión y funciones.

Este ejercicio ciudadano nos permitirá prepararnos para el momento en que recuperemos esta institución en el marco del restablecimiento pleno de los principios y garantías establecidas en nuestra Constitución y en particular desde las orientaciones expresadas en el Artículo 2 de la misma.

Lograr este objetivo no será una tarea nada fácil, pero en este sentido tomo las palabras del científico colombiano Bernardo Toro de que “una sociedad se convierte en nación en la medida que es capaz de responder proactiva y colectivamente a los desafíos que le presenta la historia”.

Nuestra idea es adelantar la vista al futuro de tal manera de reconstituir su acción desde nuevas orientaciones, de tal manera que pueda desempeñar cabalmente su rol dentro de un sistema integrado de instituciones que garanticen los derechos ambientales de los venezolanos.

Darle a este deseo una forma concreta, necesitará del trabajo en común de muchos venezolanos que desde la diversidad y los múltiples enfoques y caminos para la gestión pública del ambiente, puedan construir una propuesta suficientemente acabada para ofrecérsela al país.

Para ello, será necesario establecer mecanismos de consulta amplios e incluyentes donde tengan cabida la visión del gestor, el científico, el político, los empresarios, los profesionales, las organizaciones de la sociedad civil, así como del resto de la ciudadanía.

La propuesta final a este proceso de consulta debe trascender la idea común de que el ministerio tiene que ser una institución técnica que diseñe y ejecute la política ambiental del país, idea que lo convierte en un sector más de la acción del Estado y tiende a aislarlo del resto de la sociedad. Asimismo, debe abandonar, por falaz e ineficiente, la perspectiva populista que resume la gestión ambiental en el desarrollo de algunas actividades comunitarias generalmente esporádicas sin ninguna base técnica y con objetivos principalmente político-electorales.

Por ello, debemos pensar en este proceso desde una perspectiva más amplia y sistémica que nos permita superar las limitaciones y vacíos  que tuvo el desaparecido ministerio.

En tal sentido, presento algunas ideas preliminares que espero puedan contribuir a iniciar la discusión en relación con este ente esencial para el país que todos necesitamos.

Partamos de la pregunta ¿Cuál es el desafío a emprender?

En principio la respuesta a esta pregunta no debería ser una estructura para un nuevo ministerio, sino partir de la creación de una nueva narrativa. Esto quiere decir, una nueva manera de expresar nuestras percepciones, creencias con respecto al ambiente y nuestras relaciones con el ambiente.  Ella nos debe guiar para generar una nueva manera de pensar y actuar con respecto a los temas ambientales; y partir de allí, transformar la gestión de nuestro territorio y recursos a través de un proyecto ético dirigido a la utilización responsable, prudente, participativa, equitativa y solidaria de la riqueza ambiental del país como elemento fundamental del desarrollo social y económico de Venezuela, en conjunto con la responsabilidad y el respeto por las distintas manifestaciones de la vida presentes en el país.

La nueva narrativa debe transformar nuestra percepción de la naturaleza y nuestra relación con la misma. En particular debe remplazar la percepción de que ella es un almacén infinito de recursos que pueden ser apropiados, explotados y consumidos sin ninguna limitación, ni responsabilidad con ninguna otra persona actual o futura. Y por lo tanto, frente a esta perspectiva la única acción posible para frenar esta depredación es crear instituciones cuasi-policiales que controlen y sancionen la destrucción del ambiente.

En remplazo de esta idea será necesario percibir los recursos biológicos y los ecosistemas presentes en el territorio nacional como un espacio de interacciones, oportunidades, valores y contextos que nos generan sentido y propósito como sociedad y cultura. 

Una primera aproximación a esta idea, parte del hecho de que somos el territorio de la diversidad biológica, social y cultural y que las interacciones entre las mismas nos construyen y definen como nación.

Bajo esta premisa, todas las acciones que se realicen deben apuntar a convertirnos en un país donde la naturaleza y los procesos socio-productivos relacionados con ella sean el fundamento de nuestro desarrollo común, nuestro futuro y nuestra identidad cultural. Por tal razón, una narrativa basada en esa visión nos permitirá crear un nuevo modelo de desarrollo que orienten procesos productivos y estilos de vida basados en el reconocimiento de nuestra diversidad, el respeto a la vida en todas sus formas y la responsabilidad en el cuidado y el uso de los recursos naturales.

Es decir la nueva idea que nos puede orientar es que somos y seremos la tierra de la diversidad productiva.

Este marco nos permitirá acercarnos desde una nueva perspectiva a los grandes temas ambientales, económicos y sociales del país y a partir de ella articular y movilizar a la población en el cuidado y manejo responsable de nuestro capital natural para el beneficio de todos los venezolanos presentes y futuros.

Petróleo, minería, agricultura, industria y muchos otros temas deben ser repensados desde esta perspectiva. Habrá que preguntarnos: ¿Necesitamos de una riqueza que destruya nuestro patrimonio natural, nuestra cultura y tejido social?

O a la inversa pensemos ¿Cómo estas actividades pueden servir para fortalecer estos atributos? Y ¿Cuáles otras actividades productivas pueden reforzar nuestra identidad, diversidad y preservar las condiciones para ser cada vez más sanos, vivir seguros y tener una vida digna?

Preguntarnos definitivamente ¿Cómo ser prósperos a partir de lo que somos y tenemos?

Esta narrativa adicionalmente determina que solo se podrá avanzar con la participación activa de todos los sectores del país, incluyendo el Estado, las Empresas, las Comunidades y las Organizaciones de la Sociedad Civil. Es decir aprovechar también nuestra diversidad social y cultural. Igualmente es claro que ninguno de estos sectores por sí solo podrá tener éxito en avanzar en el logro de este proyecto nacional.

Sólo a partir de estas bases es que podemos comenzar a pensar en las características de la institución que pueda ser la promotora del avance hacia ese nuevo horizonte.