6 oct 2013

¿Queremos comer pastel de chucho? Nadando en las aguas turbulentas de la conservación de la biodiversidad venezolana




A Sumito Estévez que le cayó el chaparrón
A Jaime que me enseñó que era totalmente posible el turismo sustentable en las costas venezolanas
A una arepa pelada con “tripa de perla” que no puedo olvidar


En el marco del evento “Margarita Gastronómica” 2013 se anunció como uno de sus eventos principales la elaboración del  “El Pastel de Chucho más grande del mundo”. Este es un plato típico margariteño confeccionado a partir de un guiso de un pez cartilaginoso que tiene cierto parecido con una  mantarraya y que es conocido por los científicos como Aetobatus narinari y por las comunidades del oriente de Venezuela como chucho.

Para ello se anunció que cuarenta “chefs” elaborarían ese plato, esperando poder servir a más de mil personas. No se precisó la cantidad de pescado necesario para realizar esta preparación.

La actividad fue rechazada por organizaciones ambientalistas del Estado Nueva Esparta a través de un comunicado, mediante el cual exigieron retirar esa actividad debido al posible daño que pudiera realizarse a una especie amenazada producto de prácticas pesqueras inadecuadas.

Quizás, como producto de este rechazo, esta actividad parece haber sido descartada y de hecho ha sido retirada de la página Web del evento.

Tal situación fue reflejada en diversos grupos de internet relacionados con la conservación ambiental. En ellos surgieron dos posiciones: Por una parte, los que descalificaron,  no sólo la actividad, sino a sus organizadores. Por otra parte, otros expresaron puntos de vista más moderados, en algunos casos aportando sugerencias para manejar la situación.

Este acontecimiento, permite hacer algunas reflexiones sobre la situación de la gestión de la diversidad biológica en el país, y utilizarla como caso de estudio  para entender y quizás mejorar la acción pro-ambiental de las organizaciones no gubernamentales del país.

¿Cómo estamos en materia de gestión de la biodiversidad?

Podemos extraer algunas ideas preliminares de la experiencia venezolana de muchos años, expresada en diferentes eventos y publicaciones por especialistas, comunidades, empresarios y consumidores:

Aún estamos lejos de tener lineamientos de políticas y normas ambientales eficaces para la gestión de los recursos biológicos del país. Por ello, hay enormes vacíos, desconocimientos e ineficiencia institucional que facilitan el uso insustentable de la biodiversidad. Este hecho se manifiesta día a día en cualquier mercado o restaurant en muchas partes de Venezuela.

En nuestro caso actual, tal situación se expresa en el hecho de que, según el investigador Rafael Tavares, el “chucho” a pesar de que es un recurso pesquero importante en la región oriental del país carece de medidas de manejo y conservación específicas.

Me pregunto ¿no sería en este caso donde debería verse la implementación de la Estrategia Nacional para la Conservación de la Diversidad Biológica? ¿No es prioritario establecer medidas para proteger la especie y el modo de vida de los pescadores?

Existen importantes vacíos de información fidedigna, actualizada y disponible sobre la situación de los recursos biológicos del país. La información cuando existe es frecuentemente incompleta, poco actualizada y de difícil acceso. Adicionalmente, gran parte del conocimiento técnico existente no está articulado con los programas de gestión ambiental. Este tema se ha agravado de manera preocupante por la crisis universitaria nacional y la desprofesionalización de los cuadros técnicos en los organismos de gestión. Es claro que, sin información científica suficiente y adecuada, toda acción que se realice es como  creer que lanzando flechas al azar podamos dar en el blanco.

En este caso particular, resulta urgente aumentar la base de conocimiento sobre la especie que facilite que en el menor plazo posible se puedan establecer medidas adecuadas de conservación y aprovechamiento sustentable.

Aquí me surge otra pregunta ¿qué organismos deberían promover y financiar estos estudios? A mí no me suena que deberían ser los organizadores de un evento gastronómico como alguien sugirió.

La enorme mayoría de la población desconoce la diversidad biológica del país, su situación de conservación y los límites a la explotación de los mismos. Una de las razones para este desconocimiento es la ausencia de una  educación ambiental adecuada. En el país, los currículos escolares sólo contienen algunos elementos conceptuales sobre ecología y grandes temas ambientales, y estos no se  articulan con la realidad ambiental de los estudiantes. Asimismo, el resto de la educación ambiental fuera del ámbito escolar es un esfuerzo meritorio pero puntual y discontinuo realizado por algunas pocas instituciones y organizaciones, con mucha voluntad y muy pocos recursos económicos y profesionales.

La pregunta entonces es ¿castigamos el desconocimiento o trabajamos para eliminarlo?

En el país existen muy pocos modelos y experiencias continuas sobre aprovechamiento sustentable de la biodiversidad. Adicionalmente, algunas de las experiencias conocidas son sólo proyectos de buenas intenciones, ya están desaparecidas, o su pretendida sustentabilidad no está basada en indicadores objetivos.

Además, para un grupo de defensores de los animales, el mismo concepto de “aprovechamiento sustentable” es inaceptable. En algunos de ellos esta posición tiene bases racionales debido a que en algunas partes se mantienen prácticas de explotación absolutamente condenables, incluso en casos pretendidamente "sostenibles" o de “beneficio social”. Pero a la vez, esta posición cuando es mantenida de forma extremista y cerrada puede resultar en el rechazo irracional de todos los métodos de cacería, pesca o cualquier otra forma de captura de organismos vivos para consumo humano.

Estamos perdiendo la batalla contra la extinción de la biodiversidad ¿Estamos dispuestos a buscar alternativas de aprovechamiento sostenible como una de las estrategias para revertir esta situación?

Recientemente en el país  están ocurriendo experiencias interesantes de articulación entre temas económicos, sociales y ambientales.  Este proceso es aún incipiente, pero descubre caminos esperanzadores.  Muchas de las experiencias están relacionadas con la producción y elaboración de alimentos con enfoque sostenible, de tal manera de aumentar la oferta de productos sanos y ambientalmente responsables. Ello no sólo para el consumo local, sino como parte de una oferta dirigida al turismo internacional (¿o Venezuela no se iba a convertir en una potencia turística?)

Por supuesto, esto es una tarea compleja y cargada de dificultades. Aún antes de que uno de estos proyectos pueda superar los escollos financieros y políticos existentes, aparecen los conflictos entre el mantenimiento de las tradiciones culturales y la conservación ambiental, así como los desencuentros entre demandas económicas y restricciones ambientales. Buscarles soluciones viables y aceptables a estos problemas es parte necesaria del proceso de construcción de la sostenibilidad. Para ello es  ineludible el encuentro abierto y armónico entre distintas perspectivas, incluyendo la participación de los profesionales, activistas y gestores de la conservación ambiental.

Esto último implica transformaciones en el movimiento ambiental venezolano y sus relaciones con otros grupos. Promover la conservación ambiental es cada vez más un proceso que implica diálogos, articulaciones, educación y alianzas interinstitucionales. Por ello tenemos que terminar de eliminar algunas prácticas que nos hacen ver como grupo cerrado e intransigente, más dispuesto a cerrar puertas que a encontrar salidas. Por supuesto que frente a los abusos y el delito hay que tener posiciones firmes, pero jamás lo cortés ha quitado lo valiente.

Y entonces, comeremos o no comeremos pastel de chucho

La respuesta a esta pregunta dependerá de que estemos en capacidad de encontrar vías de solución a los desafíos de gestionar de manera responsable nuestra diversidad biológica.

En cualquier caso, los ambientalistas necesitamos estar en capacidad de apoyar y contribuir activamente con la búsqueda de soluciones que garanticen un futuro “ecológicamente equilibrado” como dice el artículo 127 de nuestra Constitución (CRBV). Para ello debemos ponernos de acuerdo en una agenda común para la construcción de la sustentabilidad. Esta agenda podría contener algunas de estas ideas:


  1. Exhortar a las autoridades competentes a establecer de manera participativa lineamientos y acciones dirigidas a establecer normas y prácticas eficaces para promover la conservación y aprovechamiento sostenible de la especies de la diversidad biológica. Estas orientaciones deberán estar basadas en información técnica suficiente y adecuada. En el caso de que esta información no esté disponible, exigir que sean promovidas y financiadas las investigaciones necesarias. En resumen: Debemos exigir que se honren los compromisos existentes en la Estrategia Nacional para la Conservación de la Diversidad Biológica.
  2. Exhortar a las autoridades competentes a cumplir con el artículo 107 de la CRBV que obliga al Estado venezolano a realizar programas de educación ambiental en todos los niveles y modalidades educativas. Adicionalmente exigir que esta sea una educación práctica y centrada en la búsqueda de soluciones participativas a los problemas existentes. Adicionalmente, las autoridades deben apoyar y promover la participación de todos los actores de la sociedad en las labores educativas.
  3. Exhortar a las autoridades a establecer lineamientos claros que permitan establecer programas de aprovechamiento sustentable y formas de consumo responsables y adecuadas a la realidad ambiental y social del país y cada una de sus regiones.
  4. Hacer una llamado de alerta a todos los actores sociales a desarrollar prácticas de producción y consumo responsable basadas en claros enfoques de sustentabilidad y de acuerdo con las normas y lineamientos nacionales.


Pero no sólo necesitamos mirar hacia fuera, también tenemos trabajo por hacer:

  1. Establecer programas de educación ambiental en todos los ámbitos de acción de las ONG ambientalistas del país, en particular aquellos dirigidos a conocer, valorar y aprovechar de manera sostenible nuestra diversidad biológica. En el caso del estado Nueva Esparta aprovechar los recursos didácticos existentes para generar un proceso de concientización pública, incluyendo el uso de películas como “Hoy no se hace pastel de chucho” de Braulio Rodríguez y el libro Conservación De Tiburones En Venezuela” de Rafael Tavares, Isabel Magan y María Alejandra Faría.
  2. Desarrollar un proceso de discusión, reflexión y formación dirigido a desarrollar enfoques dirigidos hacia la búsqueda de diálogos, el trabajo común interdisciplinario y las búsqueda de alianzas entre sectores dirigidos a lograr soluciones ambientalmente responsables, justas, viables y aceptables para todos los involucrados.
  3. Apoyar y acompañar activamente las propuestas de distintos grupos dirigidos a establecer nuevas modalidades de relacionarnos con nuestro entorno. Entender que las soluciones las tenemos que encontrar entre todos.

Estas ideas son sólo un paso de inicio que deberá ser completadas con las de muchas otras personas. Pero si queremos en el futuro que nuestros hijos puedan disfrutar de la belleza y riqueza de nuestros mares y puedan disfrutar de una empanada de cazón, y quién sabe si un pastel chucho sustentable, tenemos que comenzar ahora.


P.S. Para completar las ideas aquí expresadas recomiendo leer estos artículos: “Chucho” de Sumito Estévez y "Pastel de chucho con conciencia y sin chucho" de Marialejandra Farías