27 may 2013

¿Para qué sirve un parque urbano? Parte 1. Los parques y el desarrollo humano



Acaba de pasar el “Día del Árbol”, la fecha ambiental más antigua de Venezuela, con su colección de pequeñas actividades con las cuales escondemos que somos uno de los países con mayor tasa de deforestación en América Latina (1)

Esta destrucción no sólo está ocurriendo en las áreas naturales, sino también hacia el interior de nuestras ciudades, en las cuales sus áreas verdes se van reduciendo a un mínimo testimonial.
Algunas personas consideran que este problema es una preocupación menor frente a los graves problemas sociales que sufre la población.

Vale entonces preguntarse ¿es realmente importante mantener y  proteger espacios  arbolados en las ciudades?

En este texto quiero presentar algunas razones que pueden justificar que los ciudadanos exijamos a los gobiernos locales que no sólo mantengan los parques urbanos, sino que desarrollen políticas efectivas para incrementar las áreas verdes en cada una de las zonas de la ciudad. En una segunda entrega hablaré de las consecuencias individuales, sociales y culturales del empobrecimiento biológico de las ciudades, principalmente sobre los niños.

El tránsito de los niños libres – a los niños enjaulados

"Nuestros niños son parte de un vasto experimento –  al ser la primera generación que se está criando sin tener contacto significativo con el mundo natural" Bill McKibben.

Mi niñez estuvo ligada a zonas verdes urbanas y libros. En el centro de ese recuerdo están muchos patios, jardines, plazas, parques y mucho terreno sin construir donde la vegetación y los niños crecíamos de forma silvestre.

Durante ese período de mi vida, me subí a árboles, fui picado por avispas, recogí piedras interesantes, observé la actividad de las hormigas, exploré la vida dentro de un charco, capturé una pequeña serpiente, encontré huevos de lagartijos, me escondí en un bosque, corrí “perseguido” por un murciélago enorme, comí frutas caídas de un árbol, ensayé probar cosas que no debía (jamás muerdan una hoja de malanga) y muchísimas cosas más. Todo eso dentro de los límites de una ciudad.

No se cómo influenciaron esas experiencias en mí, o si ellas me llevaron a ser lo que ahora soy: un educador ambiental y ambientalista. Pero en cualquier caso me llevaron a desear que muchos niños tuvieran la misma oportunidad de contactar con la naturaleza de manera directa y espontánea. Pero para ello se necesitan muchos parques, muchas plazas, muchos árboles.

En los últimos años, los parques urbanos no han corrido con mucha suerte en nuestras ciudades venezolanas: La mayoría sufre de diferentes grados de desidia o abandono. A ello se une que muchos de ellos han sufrido vandalismo, invasiones, mutilación  e incluso de eliminación con fines presuntamente “sociales”. Por su parte, las aceras no han tenido mejor suerte y se han convertido en largos cementerios de lo que alguna vez fueron calles arboladas.

Barriada popular en Caracas. Imagen de Google Earth
Caracas, la ciudad que alguna vez fue famosa por sus brillantes colores naturales, al ser transformada para albergar a más personas se hace cada día más gris, más rígida, más hostil, paradójicamente más inhumana.

Sin parques, ni otras áreas verdes, muchos de sus  niños ahora sólo viven en el mundo virtual de las tres pantallas: el televisor, el juego de video y la computadora. Habitando en espacios cada vez más artificializados, enclaustrados y restrictivos. Son niños enjaulados. Niños sin árboles.

¿Qué son esas manchitas verdes que se ven en el mapa de esa ciudad? ¿Serán tierras ociosas?

“… siempre ha habido una ambigüedad con respecto a la vegetación urbana… ya que por un lado se propicia la construcción de edificaciones, autopistas, estacionamientos y otros locales, todo eso en detrimento de la vegetación, y por otra se controla la misma cercándola y limitándola” Giovanna Merola

Desde hace muchos años, fueron reconocidos los enormes beneficios ambientales, sociales y estéticos del arbolado en las ciudades. Esta afirmación está basada en un extenso cuerpo de investigación científica realizada a lo largo de todo el mundo. Vamos a revisar algunos de estos  beneficios y los trabajos que los apoyan:

Las zonas arboladas urbanas ayudan a disminuir la temperatura local, mitigan el ruido, absorben  contaminantes, así como controlan la radiación solar y el viento  (2, 3)

Asimismo, ayudan a disminuir el consumo de energía en edificaciones,  mejoran el entorno social, protegen los suelos, promueven formas de vida sanas, la participación comunitaria y el encuentro social (4)

También es bien conocido que las áreas verdes urbanas generan beneficios sobre la salud psicológica y emocional de las personas y en particular pueden promover un desarrollo más sano en los niños (5, 6) Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que toda ciudad disponga de al menos 9 m2 de área verde por persona. En Caracas sólo se llega a los 1,5 m2 de área verde por habitante (7) No tengo datos de cómo está la situación en otras ciudades venezolanas.

Por otra parte, la vegetación es un elemento integral del diseño arquitectónico y urbanístico, al integrar los elementos construidos con el entorno natural. En Venezuela este enfoque arquitectónico fue llevado a su máxima expresión por Carlos Raúl Villanueva en el diseño de la Ciudad Universitaria de Caracas. En esta obra, Patrimonio de la Humanidad, este genial arquitecto logró una extraordinaria armonía de las formas arquitectónicas “…con la luz, con la vegetación, con el entorno; este entorno que pasa a ser parte del mismo espacio, en una fusión externo-interno que está presente en todos los edificios del conjunto universitario " (8).

Más recientemente, se han desarrollado una serie de nuevos enfoques que agregan aún más valor a las zonas verdes urbanas. Algunos de ellos son los siguientes:

Las áreas verdes como expresión de la biodiversidad urbana, se consideran ahora fundamentales para generar ecosistemas urbanos sanos y seguros. Por ello, representan elementos claves en las estrategias para el desarrollo humano sustentable, la defensa del hábitat humano en particular de las zonas populares, la protección contra los riesgos de desastres socio-naturales y la lucha contra el cambio climático (9).

Igualmente, existe evidencia que sugiere que el contacto adecuado con la naturaleza y el desarrollo de actividades al aire libre, pueden ser formas de terapia importante en casos de trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) e incluso tener beneficios en el tratamiento con niños autistas (10, 11).

Un área de estudio reciente y muy importante está relacionada con la gestión del hábitat popular. Investigaciones sugieren la posibilidad de que los espacios arbolados en comunidades pobres pueden inhibir la delincuencia y generar zonas más seguras para las familias y los niños (12). Igualmente la gestión de estas zonas verdes puede promover la participación, la inclusión y el sentido de pertenencia (13, 14) Asimismo, es claro que la ausencia de zonas verdes en zonas populares es un claro reflejo de inequidad e injusticia ambiental.

Todo este cuerpo de evidencia parece decirnos de manera muy clara que las áreas verdes urbanas cumplen un rol muy importante para cualquier estrategia de desarrollo humano de las ciudades. Por esas razones muchas ciudades del mundo han incluido en su planificación urbana el aumento del área de parques y otras zonas arboladas dentro de las ciudades, con énfasis en zonas populares.

Claro, hay personas que ignoran o no creen en ninguno de estos trabajos y afirman que el problema es sólo de “oxigenación” y que en el caso de Caracas con el Parque Nacional Warairarepano es suficiente (15)

En relación con esta peregrina explicación, podemos pensar en ignorancia o mala intención, pero quizás también podemos imaginar que esas personas, en su niñez, nunca se subieron a un árbol.


A los demás nos toca seguir trabajando por lograr el sueño de una ciudad llena de árboles fructificados de aves y niños.